P-400 Airacobra en Guadalcanal (II)
Una vez que el 67th FS recibió las órdenes de trasladarse a Guadalcanal, el primer problema a resolver era el del propio traslado.Deberían de saltar entre diferentes islas, y la navegación con estos cazas monomotores sobre amplias extensiones del océano, sin la instrumentación ni la preparación adecuadas y por un espacio aéreo que no controlaban precisamente los Aliados era toda una aventura.
Sería necesario que los guiasen aviones y tripulaciones más preparadas para este tipo de travesías, y quien mejor que los integrantes del 11th Bombardment Group, que llevaban ya varias semanas realizando largas y peligrosas misiones de reconocimiento y bombardeo por toda la cadena de las Salomón con los escasos Boeing B-17 Flying Fortress de que disponían.Por este motivo, la primera etapa del traslado de los cinco primeros P-400 a las órdenes del Capitán Dale Brannon tuvo como destino el aeródromo de Plaine Des Gaiacs, donde tenía su base el 11th BG, a unos 160 km al norte de la base del 67th en Tontouta.
El día 21 de agosto despegaron desde allí escoltados por dos B-17: uno iba delante de los P-400 sirviendo como guía, mientras que el otro marchaba algo más retrasado y llevaba a bordo botes hinchables y salvavidas por si alguno de los cazas caía al mar.La primera etapa sobre el mar les llevaría hasta Efate, en el archipiélago de las Nuevas Hébridas (Vanuatu), en un largo salto al NE de 523 km.El mismo día, sin apenas descanso y tras repostar rápidamente los aviones, despegaron para realizar un trayecto más corto, de unos 290 km en dirección NNO subiendo el archipiélago hasta llegar a Espíritu Santo.Allí pasarían la noche, ya que para el día siguiente les esperaba el trayecto más largo y complicado: unos 1.030 km en dirección NO directamente hasta Henderson Field en Guadalcanal, ya en el archipiélago de las Salomón.
Mapa de la zona que nos muestra el trayecto realizado por los P-400 comandados por el Capitán Dale D. Brannon desde Nueva Caledonia hasta Guadalcanal.Las líneas de los trayectos y las posiciones de los aeródromos las he colocado yo, por lo que son sólo aproximaciones, pero nos dan una idea de las diferentes etapas.
Esta distancia excedía el rango máximo de vuelo de los P-400 con el combustible interno que podían cargar, incluso llegaba justa contando con el depósito externo que montaban en el pilón central bajo el fuselaje.Se planificó el viaje lo mejor posible: los depósitos se llenaron después de que los motores realizaran el calentamiento en el suelo, para despegar completamente cargados de combustible.Los aviones volarían con una configuración de bajas revoluciones del motor y una mezcla pobre de combustible, ayudados (según se preveía) con un viento de cola de unos 25 km/h.Los probables errores de navegación y un hipotético encuentro con la aviación enemiga fueron sencillamente descartados.
Los aviones volaron a tan sólo 60 metros de altura, a través de bancos de niebla y nubes bajas, que hacían que los P-400 se arrimasen al máximo al B-17 de guía para no perderse en mitad del océano.Tras varias horas de vuelo, alrededor de las 11 de la mañana del día 22 de agosto, los cinco aparatos estaban en la vertical de Punta Lunga e iniciaban la aproximación al aeródromo, según el propio Capitán Brannon, con los últimos gases de los depósitos de combustible.Mientras, los cansados y maltrechos Marines observaban desde sus pozos y trincheras como unos aviones "de nariz larga" se acercaban, y a pesar de la eterna rivalidad existente entre las distintas ramas de las Fuerzas Armadas, empezaron a vitorearlos al ver en sus alas la insignia de su país, aunque fuesen aparatos del Ejército.Y es que como todos sabemos, la situación de los Marines del General Alexander A. Vandergrift era casi desesperada.
Este vuelo comandado por el Capitán Brannon fue el primero que se llevó a cabo en esa ruta por aviones de caza del Ejército.En los próximos meses sería un trayecto habitual para los refuerzos de la USAAF que llegaban hasta las Salomón, pero unos tenían que ser los primeros, y fueron los P-400.
Al día siguiente llegó el barco de transporte USS Fomalhaut (AKA-22) con 30 miembros del personal de tierra del 67th al mando del Teniente Robert E. Chilson.Desde la primera noche, tanto los pilotos como después el escalón de tierra pudieron comprobar de primera mano la "hospitalidad" de su nuevo destino: acampados en precarias tiendas con colchonetas, comenzaron a sufrir las picaduras de innumerables insectos, los paseos de los roedores, el calor y la humedad sofocantes y los disparos de los francotiradores.También tuvieron la primera visita (para ellos) de Washing Machine Charlie, los aviones de hostigamiento nocturno que lanzaban bengalas para identificar las zonas de disparo para los buques de guerra que bombardeaban las posiciones de los Marines, y de paso soltaban algunas bombas.En este cometido se empleaban diferentes modelos de aviones, pero en particular, según se dice, algunos pilotos de los bimotores Mitsubishi G4M "Betty" llevaban los motores desincronizados para producir más ruido y mantener a los soldados despiertos, privándolos de sueño.Según parece, de ahí viene el curioso mote que recibían (también se les conocía con otros apodos pintorescos, como Bedcheck Charlie, Louie the Louse, Maytag Mike, etc).
Durante el día 23 de agosto los pilotos y los recién llegados miembros del personal tuvieron tiempo de inspeccionar un poco los alrededores: los aviadores de los Marines les enseñaron "La Pagoda", el edificio que servía como puesto de mando de las Fuerzas Aéreas, situado en una pequeña loma cerca del aeródromo.Estos les indicaron que cuando se aproximaba un ataque aéreo se colocaba una bandera negra en un mástil que tenía el edificio.A falta de otros sistemas de aviso (hasta septiembre no se instaló un radar, por lo que la información llegaba vía radio gracias a los cooperantes repartidos por las islas) esta era la señal de la que todos tenían que estar pendientes.Les informaron también de que, por regla general, casi a diario se subía la bandera hacia el mediodía, momento que era apodado como Tojo Time por los Marines, y que indicaba la llegada de los bombarderos japoneses que habitualmente salían horas antes desde Rabaul.Ese día, curiosamente, no hubo ataques.
La Pagoda, el edificio que servía de centro de mando para los aviadores en Guadalcanal.Se encontraba en una ligera elevación al norte de la pista de aterrizaje.Se aprecia el mástil donde se izaba la bandera negra señalando las incursiones japonesas.En octubre de 1942 fue derribada por orden del General Geiger, ya que pensaba que servía de referencia para los bombardeos japoneses.
Pero la primera acción para el destacamento del 67th no se hizo esperar: el día 24, mientras los equipos de tierra ponían a punto los aviones, se izó en La Pagoda la bandera negra.Apenas hubo tiempo para nada.Los pilotos corrieron a sus aviones cuando ya se oían los motores de los atacantes.En total puede que fuesen seis Nakajima B5N "Kate" y quince Mitsubishi A6M "Zero" lanzados desde el portaaviones ligero Ryuju, que junto al crucero pesado Tone y dos destructores había sido destacado para atacar Henderson Field en una acción que se pretendía coordinada con otra incursión de bombarderos G4M desde Rabaul, pero estos se dieron la vuelta por las malas condiciones climáticas.Eran los primeros compases de la llamada Batalla de las Salomón Orientales.
Apenas habían despegado los aviones de los Marines junto con dos P-400, uno pilotado por el propio Capitán Brannon y el otro por el Teniente Deltis H. Fincher, cuando varias bombas cayeron muy cerca.Los pilotos de los Marines equipados con los F4F Wildcat ascendieron hasta los 2.400 metros rápidamente para atacar a los bombarderos y a parte de la escolta, mientras que otro grupo de Zero bajaban para ametrallar el aeródromo.Aunque hubo, como siempre sucede, exceso de reclamaciones, los Marines derribaron tres B5N y dos Zero contra la pérdida de tres Wildcat.Mientras, a baja altura, los P-400 se enredaron con los Zero que ametrallaban la pista, consiguiendo enfilar entre ambos a uno de ellos, derribándolo.Los P-400 del 67th abrían su propio marcador de victorias en su primer día de combates, un hecho prometedor, pero que desgraciadamente no tuvo continuidad a corto plazo.
Mientras, durante todo el día continuó la batalla naval.Los pilotos del Ryuju sobrevivientes del ataque a Henderson Field se encontraron a la vuelta con que su portaaviones había sido hundido por los aviones de los portaaviones norteamericanos, por lo que tuvieron que abandonar sus aviones con la esperanza de ser rescatados.
Al día siguiente, el 25 de agosto, durante los últimos compases de la Batalla de las Salomón Orientales, los P-400 realizaron patrullas a media altura sobre los alrededores, sin entablar contacto con aviones enemigos.La acción en ese día estaba más lejana, fuera de su radio de acción.El día 26 dos pilotos realizaron un reconocimiento completo bordeando todo el perímetro de la costa, pero cuando al mediodía se alzó la bandera señalando el Tojo Time y cuatro P-400 despegaron junto a los Wildcat de los Marines, los pilotos del Ejército se toparon de lleno con sus limitaciones: mientras el combate se desarrollaba en altura, los P-400 se tuvieron que limitar a dar vueltas a unos 4.000 metros, incapaces de subir más por los problemas del suministro de oxígeno, y regresaron a la base cuando acabó la acción sin llegar a disparar sus armas.La frustración entre ellos era evidente, así como entre el resto del personal de la Cactus Air Force.La pista de aterrizaje tenía varios cráteres y algunas de las reservas de combustible ardían.Los miembros del 67th sentían que no habían ayudado a que esto no sucediese.
Dos imágenes de los P-400 despegando desde Henderson Field cuando ya tenía la estera metálica Marston.A pesar de ello, son evidentes las precarias condiciones del aeródromo.En la imagen superior se aprecia un grupo de Seebees observando el despegue, con un B-17 Flying Fortress del 11th BG al fondo.
El día 27 trajo mejores perspectivas, ya que siguiendo la misma ruta entre islas que había inaugurado el Capitán Brannon, llegaron nueve P-400 más comandados por el recién ascendido Capitán John A. Thompson.Con catorce aparatos disponibles, el 67th estaba ahora plenamente operativo, y su primera prueba de fuego no se iba a hacer esperar.Dos días después, el 29 de agosto, de nuevo al mediodía, los P-400 despegaron para enfrentarse a unos 18 bombarderos con su escolta de cazas.Desplegados en tres grupos de cuatro aparatos, los pilotos llegaron hasta su techo de 4.200 metros... sólo para ver a lo lejos, a más de 5.000 metros de altura, como los Wildcat se abalanzaban sobre los japoneses, derribando cuatro bombarderos y cuatro cazas de la escolta.Impotentes, los pilotos del 67th volvieron a la su base para ver como ardían algunos hangares y aviones, y encontrar la pista de nuevo llena de cráteres por las bombas.Los pilotos cada vez estaban más decepcionados, y los mandos de Cactus se empezaban a dar cuenta que los P-400 apenas tenían valía como interceptores.
La gota que colmó el vaso llegó al día siguiente, el 30 de agosto.Cuatro P-400 habían despegado para dar cobertura a cuatro destructores de la Navy que se encontraban cerca de la pequeña isla Tulagi, al lado de la isla Florida, al otro lado del llamado "Estrecho del Fondo de Hierro".Poco después llegaban mensajes de los observadores costeros indicando que unos 22 aviones monomotores iban en dirección a Guadalcanal, donde llegarían, una vez más, hacia el mediodía.Otros siete P-400 despegaron junto a los Wildcat de los Marines.
Al informarse de que eran aparatos monomotores, se pensó que serían posiblemente bombarderos en picado Aichi D3A "Val" escoltados por cazas Zero, y que su objetivo probable eran los barcos en Tulagi.Los cuatro P-400 en la zona ascendieron para enfrentarse a ellos, mientras que los otros siete subían hasta su límite, con los Wildcat aún más arriba.Cuando llegaron los japoneses, la sorpresa fue total, ya que la incursión constaba solamente de cazas Zero, que cayeron sobre los P-400 desde más altura mientras eran perseguidos por los Wildcat.Pronto el combate derivó en enfrentamientos aislados de pequeños grupos mientras perdían altura (afortunadamente para los pilotos del 67th), y aunque sus aparatos no tenían, ni de lejos, la maniobrabilidad de los cazas nipones, consiguieron al menos defenderse, ya que varios pilotos enseguida comprendieron que librar un combate envolvente con ellos era poco menos que un suicidio, y optaron por acelerar, picar para escapar y aprovechar su buena velocidad a baja cota para intentar sorprenderlos en pasadas rápidas, donde su armamento relativamente pesado les daba ventaja frente a los ligeros Zero, alejándose de nuevo tras ellas.
Para los Wildcat de los Marines, con sus pilotos cada vez más agresivos y con mejores tácticas, el combate fue victorioso, reclamando nada menos que 14 aviones derribados.Los miembros del 67th reclamaron otros cuatro cazas nipones, pero el precio fue demasiado alto: cuatro aviones habían sido derribados, con dos pilotos muertos, los Tenientes Whites y Chilson.Los otros dos pilotos derribados consiguieron saltar en paracaídas sobre la isla y se las arreglaron para regresar a pie hasta la base.Pero nada menos que otros seis P-400 lograron aterrizar casi de milagro: sin apenas piezas de repuesto para ellos, llegaron tan agujereados y con tantas averías y desperfectos que todos quedaban fuera de combate, incluido el aparato del Capitán Thompson, que a costa de un Zero derribado, llegó con al menos 15 impactos en su avión y una bala en un hombro.
En sólo tres días desde que llegó la segunda tanda de aviones desde Nueva Caledonia, el Escuadrón había pasado de 14 a 3 aviones disponibles.
Aunque en la imagen no se puede leer con claridad, este P-400 tiene el apodo de "Impatient Virgin", escrito justo por encima de los escapes, tras la puerta de la carlinga.Encima del ala se encuentra su piloto, el 2nd Lt Barclay Dillon.
Para los mandos de Guadalcanal, el P-400 había terminado sus días como interceptor.El propio General Vandergrift escribía en su diario que el modelo era "totalmente inadecuado para las operaciones en Guadalcanal.... prácticamente inútil para cualquier tipo de lucha en altura".
El General Millard F. Harmon, Comandante de las Fuerzas Aéreas en la zona pidió repetidamente a sus Jefes en Washington que se enviara a la zona algún escuadrón de Lockheed P-38 Lightning, Republic P-47 Thunderbolt ó al menos Curtiss P-40F Warhawk equipados con el motor Packard-Merlin, que les mejoraba algo las prestaciones en altura, pero, muy a su pesar, en esos momentos el teatro del Pacífico seguía siendo considerado como secundario para la asignación de aviones de las Fuerzas Aéreas.Además, en esos momentos había bastantes ejemplares del Bell P-39 en construcción que se iban a destinar tanto a las Salomón como a Nueva Guinea y las Aleutianas, y no se iban a cambiar los planes.Se instó a la Bell a aligerar en lo posible el avión para mejorar la trepada y las prestaciones, algo que se consiguió en parte en los modelos sucesivos -K,-N y -Q.Pero para los defensores de Guadalcanal aún quedaban bastantes semanas para que llegasen nuevos modelos.Por ahora tendrán que apañárselas con los aviones de los Marines y la Navy, más el escaso número de P-400 disponibles y los que se iban "recomponiendo" utilizando piezas de los aparatos inservibles.
Para los miembros del 67th, la situación era francamente desmoralizadora.Aunque en combates a cotas bajas el modelo no se había comportado excesivamente mal, aprovechando su buena velocidad a esas cotas y su armamento pesado, los pilotos sentían que no estaban ayudando a los defensores de la isla.Con muchos más pilotos que aviones, a los que ahora llamaban despectivamente "klunkers", tras la misión del día 30 de agosto se les comunicó que ya no efectuarían más labores de interceptación.Cuando en los días sucesivos llegase Tojo Time debían despegar todos los aparatos disponibles "en misión de reconocimiento".El objetivo era, evidentemente, tenerlos en el aire y evitar al menos que fuesen bombardeados en sus estacionamientos.Los pilotos del 67th sabían con certeza que lo que hacían era, sencillamente, huir.
Pero los escasos P-400 de Guadalcanal aún no habían terminado su historia.Todo lo contrario.El día 1 de septiembre, tan sólo dos días después de la nefasta misión del día 30 de agosto, se empleó por primera vez a los P-400 en esa zona de combates para una misión que les era mucho más propicia: el ataque a objetivos terrestres.Su suerte iba a cambiar radicalmente, incluso llegarían a ser determinantes en ciertas acciones muy locales.Lo veremos en el siguiente capítulo.
Al menos cuatro P-400 son visibles en esta imagen, quizá una de las más conocidas de los Airacobra en Guadalcanal.El aparato en primer plano lleva el numero de serie británico BW167 bajo el plano de cola.Con sus agresivos morros pintados con fauces de tiburón, los Airacobra despertaron muchas expectativas a su llegada.Lamentablemente durante sus primeras acciones no las cumplieron.
Sería necesario que los guiasen aviones y tripulaciones más preparadas para este tipo de travesías, y quien mejor que los integrantes del 11th Bombardment Group, que llevaban ya varias semanas realizando largas y peligrosas misiones de reconocimiento y bombardeo por toda la cadena de las Salomón con los escasos Boeing B-17 Flying Fortress de que disponían.Por este motivo, la primera etapa del traslado de los cinco primeros P-400 a las órdenes del Capitán Dale Brannon tuvo como destino el aeródromo de Plaine Des Gaiacs, donde tenía su base el 11th BG, a unos 160 km al norte de la base del 67th en Tontouta.
El día 21 de agosto despegaron desde allí escoltados por dos B-17: uno iba delante de los P-400 sirviendo como guía, mientras que el otro marchaba algo más retrasado y llevaba a bordo botes hinchables y salvavidas por si alguno de los cazas caía al mar.La primera etapa sobre el mar les llevaría hasta Efate, en el archipiélago de las Nuevas Hébridas (Vanuatu), en un largo salto al NE de 523 km.El mismo día, sin apenas descanso y tras repostar rápidamente los aviones, despegaron para realizar un trayecto más corto, de unos 290 km en dirección NNO subiendo el archipiélago hasta llegar a Espíritu Santo.Allí pasarían la noche, ya que para el día siguiente les esperaba el trayecto más largo y complicado: unos 1.030 km en dirección NO directamente hasta Henderson Field en Guadalcanal, ya en el archipiélago de las Salomón.
Mapa de la zona que nos muestra el trayecto realizado por los P-400 comandados por el Capitán Dale D. Brannon desde Nueva Caledonia hasta Guadalcanal.Las líneas de los trayectos y las posiciones de los aeródromos las he colocado yo, por lo que son sólo aproximaciones, pero nos dan una idea de las diferentes etapas.
Esta distancia excedía el rango máximo de vuelo de los P-400 con el combustible interno que podían cargar, incluso llegaba justa contando con el depósito externo que montaban en el pilón central bajo el fuselaje.Se planificó el viaje lo mejor posible: los depósitos se llenaron después de que los motores realizaran el calentamiento en el suelo, para despegar completamente cargados de combustible.Los aviones volarían con una configuración de bajas revoluciones del motor y una mezcla pobre de combustible, ayudados (según se preveía) con un viento de cola de unos 25 km/h.Los probables errores de navegación y un hipotético encuentro con la aviación enemiga fueron sencillamente descartados.
Los aviones volaron a tan sólo 60 metros de altura, a través de bancos de niebla y nubes bajas, que hacían que los P-400 se arrimasen al máximo al B-17 de guía para no perderse en mitad del océano.Tras varias horas de vuelo, alrededor de las 11 de la mañana del día 22 de agosto, los cinco aparatos estaban en la vertical de Punta Lunga e iniciaban la aproximación al aeródromo, según el propio Capitán Brannon, con los últimos gases de los depósitos de combustible.Mientras, los cansados y maltrechos Marines observaban desde sus pozos y trincheras como unos aviones "de nariz larga" se acercaban, y a pesar de la eterna rivalidad existente entre las distintas ramas de las Fuerzas Armadas, empezaron a vitorearlos al ver en sus alas la insignia de su país, aunque fuesen aparatos del Ejército.Y es que como todos sabemos, la situación de los Marines del General Alexander A. Vandergrift era casi desesperada.
Este vuelo comandado por el Capitán Brannon fue el primero que se llevó a cabo en esa ruta por aviones de caza del Ejército.En los próximos meses sería un trayecto habitual para los refuerzos de la USAAF que llegaban hasta las Salomón, pero unos tenían que ser los primeros, y fueron los P-400.
Al día siguiente llegó el barco de transporte USS Fomalhaut (AKA-22) con 30 miembros del personal de tierra del 67th al mando del Teniente Robert E. Chilson.Desde la primera noche, tanto los pilotos como después el escalón de tierra pudieron comprobar de primera mano la "hospitalidad" de su nuevo destino: acampados en precarias tiendas con colchonetas, comenzaron a sufrir las picaduras de innumerables insectos, los paseos de los roedores, el calor y la humedad sofocantes y los disparos de los francotiradores.También tuvieron la primera visita (para ellos) de Washing Machine Charlie, los aviones de hostigamiento nocturno que lanzaban bengalas para identificar las zonas de disparo para los buques de guerra que bombardeaban las posiciones de los Marines, y de paso soltaban algunas bombas.En este cometido se empleaban diferentes modelos de aviones, pero en particular, según se dice, algunos pilotos de los bimotores Mitsubishi G4M "Betty" llevaban los motores desincronizados para producir más ruido y mantener a los soldados despiertos, privándolos de sueño.Según parece, de ahí viene el curioso mote que recibían (también se les conocía con otros apodos pintorescos, como Bedcheck Charlie, Louie the Louse, Maytag Mike, etc).
Durante el día 23 de agosto los pilotos y los recién llegados miembros del personal tuvieron tiempo de inspeccionar un poco los alrededores: los aviadores de los Marines les enseñaron "La Pagoda", el edificio que servía como puesto de mando de las Fuerzas Aéreas, situado en una pequeña loma cerca del aeródromo.Estos les indicaron que cuando se aproximaba un ataque aéreo se colocaba una bandera negra en un mástil que tenía el edificio.A falta de otros sistemas de aviso (hasta septiembre no se instaló un radar, por lo que la información llegaba vía radio gracias a los cooperantes repartidos por las islas) esta era la señal de la que todos tenían que estar pendientes.Les informaron también de que, por regla general, casi a diario se subía la bandera hacia el mediodía, momento que era apodado como Tojo Time por los Marines, y que indicaba la llegada de los bombarderos japoneses que habitualmente salían horas antes desde Rabaul.Ese día, curiosamente, no hubo ataques.
La Pagoda, el edificio que servía de centro de mando para los aviadores en Guadalcanal.Se encontraba en una ligera elevación al norte de la pista de aterrizaje.Se aprecia el mástil donde se izaba la bandera negra señalando las incursiones japonesas.En octubre de 1942 fue derribada por orden del General Geiger, ya que pensaba que servía de referencia para los bombardeos japoneses.
Pero la primera acción para el destacamento del 67th no se hizo esperar: el día 24, mientras los equipos de tierra ponían a punto los aviones, se izó en La Pagoda la bandera negra.Apenas hubo tiempo para nada.Los pilotos corrieron a sus aviones cuando ya se oían los motores de los atacantes.En total puede que fuesen seis Nakajima B5N "Kate" y quince Mitsubishi A6M "Zero" lanzados desde el portaaviones ligero Ryuju, que junto al crucero pesado Tone y dos destructores había sido destacado para atacar Henderson Field en una acción que se pretendía coordinada con otra incursión de bombarderos G4M desde Rabaul, pero estos se dieron la vuelta por las malas condiciones climáticas.Eran los primeros compases de la llamada Batalla de las Salomón Orientales.
Apenas habían despegado los aviones de los Marines junto con dos P-400, uno pilotado por el propio Capitán Brannon y el otro por el Teniente Deltis H. Fincher, cuando varias bombas cayeron muy cerca.Los pilotos de los Marines equipados con los F4F Wildcat ascendieron hasta los 2.400 metros rápidamente para atacar a los bombarderos y a parte de la escolta, mientras que otro grupo de Zero bajaban para ametrallar el aeródromo.Aunque hubo, como siempre sucede, exceso de reclamaciones, los Marines derribaron tres B5N y dos Zero contra la pérdida de tres Wildcat.Mientras, a baja altura, los P-400 se enredaron con los Zero que ametrallaban la pista, consiguiendo enfilar entre ambos a uno de ellos, derribándolo.Los P-400 del 67th abrían su propio marcador de victorias en su primer día de combates, un hecho prometedor, pero que desgraciadamente no tuvo continuidad a corto plazo.
Mientras, durante todo el día continuó la batalla naval.Los pilotos del Ryuju sobrevivientes del ataque a Henderson Field se encontraron a la vuelta con que su portaaviones había sido hundido por los aviones de los portaaviones norteamericanos, por lo que tuvieron que abandonar sus aviones con la esperanza de ser rescatados.
Al día siguiente, el 25 de agosto, durante los últimos compases de la Batalla de las Salomón Orientales, los P-400 realizaron patrullas a media altura sobre los alrededores, sin entablar contacto con aviones enemigos.La acción en ese día estaba más lejana, fuera de su radio de acción.El día 26 dos pilotos realizaron un reconocimiento completo bordeando todo el perímetro de la costa, pero cuando al mediodía se alzó la bandera señalando el Tojo Time y cuatro P-400 despegaron junto a los Wildcat de los Marines, los pilotos del Ejército se toparon de lleno con sus limitaciones: mientras el combate se desarrollaba en altura, los P-400 se tuvieron que limitar a dar vueltas a unos 4.000 metros, incapaces de subir más por los problemas del suministro de oxígeno, y regresaron a la base cuando acabó la acción sin llegar a disparar sus armas.La frustración entre ellos era evidente, así como entre el resto del personal de la Cactus Air Force.La pista de aterrizaje tenía varios cráteres y algunas de las reservas de combustible ardían.Los miembros del 67th sentían que no habían ayudado a que esto no sucediese.
Dos imágenes de los P-400 despegando desde Henderson Field cuando ya tenía la estera metálica Marston.A pesar de ello, son evidentes las precarias condiciones del aeródromo.En la imagen superior se aprecia un grupo de Seebees observando el despegue, con un B-17 Flying Fortress del 11th BG al fondo.
El día 27 trajo mejores perspectivas, ya que siguiendo la misma ruta entre islas que había inaugurado el Capitán Brannon, llegaron nueve P-400 más comandados por el recién ascendido Capitán John A. Thompson.Con catorce aparatos disponibles, el 67th estaba ahora plenamente operativo, y su primera prueba de fuego no se iba a hacer esperar.Dos días después, el 29 de agosto, de nuevo al mediodía, los P-400 despegaron para enfrentarse a unos 18 bombarderos con su escolta de cazas.Desplegados en tres grupos de cuatro aparatos, los pilotos llegaron hasta su techo de 4.200 metros... sólo para ver a lo lejos, a más de 5.000 metros de altura, como los Wildcat se abalanzaban sobre los japoneses, derribando cuatro bombarderos y cuatro cazas de la escolta.Impotentes, los pilotos del 67th volvieron a la su base para ver como ardían algunos hangares y aviones, y encontrar la pista de nuevo llena de cráteres por las bombas.Los pilotos cada vez estaban más decepcionados, y los mandos de Cactus se empezaban a dar cuenta que los P-400 apenas tenían valía como interceptores.
La gota que colmó el vaso llegó al día siguiente, el 30 de agosto.Cuatro P-400 habían despegado para dar cobertura a cuatro destructores de la Navy que se encontraban cerca de la pequeña isla Tulagi, al lado de la isla Florida, al otro lado del llamado "Estrecho del Fondo de Hierro".Poco después llegaban mensajes de los observadores costeros indicando que unos 22 aviones monomotores iban en dirección a Guadalcanal, donde llegarían, una vez más, hacia el mediodía.Otros siete P-400 despegaron junto a los Wildcat de los Marines.
Al informarse de que eran aparatos monomotores, se pensó que serían posiblemente bombarderos en picado Aichi D3A "Val" escoltados por cazas Zero, y que su objetivo probable eran los barcos en Tulagi.Los cuatro P-400 en la zona ascendieron para enfrentarse a ellos, mientras que los otros siete subían hasta su límite, con los Wildcat aún más arriba.Cuando llegaron los japoneses, la sorpresa fue total, ya que la incursión constaba solamente de cazas Zero, que cayeron sobre los P-400 desde más altura mientras eran perseguidos por los Wildcat.Pronto el combate derivó en enfrentamientos aislados de pequeños grupos mientras perdían altura (afortunadamente para los pilotos del 67th), y aunque sus aparatos no tenían, ni de lejos, la maniobrabilidad de los cazas nipones, consiguieron al menos defenderse, ya que varios pilotos enseguida comprendieron que librar un combate envolvente con ellos era poco menos que un suicidio, y optaron por acelerar, picar para escapar y aprovechar su buena velocidad a baja cota para intentar sorprenderlos en pasadas rápidas, donde su armamento relativamente pesado les daba ventaja frente a los ligeros Zero, alejándose de nuevo tras ellas.
Para los Wildcat de los Marines, con sus pilotos cada vez más agresivos y con mejores tácticas, el combate fue victorioso, reclamando nada menos que 14 aviones derribados.Los miembros del 67th reclamaron otros cuatro cazas nipones, pero el precio fue demasiado alto: cuatro aviones habían sido derribados, con dos pilotos muertos, los Tenientes Whites y Chilson.Los otros dos pilotos derribados consiguieron saltar en paracaídas sobre la isla y se las arreglaron para regresar a pie hasta la base.Pero nada menos que otros seis P-400 lograron aterrizar casi de milagro: sin apenas piezas de repuesto para ellos, llegaron tan agujereados y con tantas averías y desperfectos que todos quedaban fuera de combate, incluido el aparato del Capitán Thompson, que a costa de un Zero derribado, llegó con al menos 15 impactos en su avión y una bala en un hombro.
En sólo tres días desde que llegó la segunda tanda de aviones desde Nueva Caledonia, el Escuadrón había pasado de 14 a 3 aviones disponibles.
Aunque en la imagen no se puede leer con claridad, este P-400 tiene el apodo de "Impatient Virgin", escrito justo por encima de los escapes, tras la puerta de la carlinga.Encima del ala se encuentra su piloto, el 2nd Lt Barclay Dillon.
Para los mandos de Guadalcanal, el P-400 había terminado sus días como interceptor.El propio General Vandergrift escribía en su diario que el modelo era "totalmente inadecuado para las operaciones en Guadalcanal.... prácticamente inútil para cualquier tipo de lucha en altura".
El General Millard F. Harmon, Comandante de las Fuerzas Aéreas en la zona pidió repetidamente a sus Jefes en Washington que se enviara a la zona algún escuadrón de Lockheed P-38 Lightning, Republic P-47 Thunderbolt ó al menos Curtiss P-40F Warhawk equipados con el motor Packard-Merlin, que les mejoraba algo las prestaciones en altura, pero, muy a su pesar, en esos momentos el teatro del Pacífico seguía siendo considerado como secundario para la asignación de aviones de las Fuerzas Aéreas.Además, en esos momentos había bastantes ejemplares del Bell P-39 en construcción que se iban a destinar tanto a las Salomón como a Nueva Guinea y las Aleutianas, y no se iban a cambiar los planes.Se instó a la Bell a aligerar en lo posible el avión para mejorar la trepada y las prestaciones, algo que se consiguió en parte en los modelos sucesivos -K,-N y -Q.Pero para los defensores de Guadalcanal aún quedaban bastantes semanas para que llegasen nuevos modelos.Por ahora tendrán que apañárselas con los aviones de los Marines y la Navy, más el escaso número de P-400 disponibles y los que se iban "recomponiendo" utilizando piezas de los aparatos inservibles.
Para los miembros del 67th, la situación era francamente desmoralizadora.Aunque en combates a cotas bajas el modelo no se había comportado excesivamente mal, aprovechando su buena velocidad a esas cotas y su armamento pesado, los pilotos sentían que no estaban ayudando a los defensores de la isla.Con muchos más pilotos que aviones, a los que ahora llamaban despectivamente "klunkers", tras la misión del día 30 de agosto se les comunicó que ya no efectuarían más labores de interceptación.Cuando en los días sucesivos llegase Tojo Time debían despegar todos los aparatos disponibles "en misión de reconocimiento".El objetivo era, evidentemente, tenerlos en el aire y evitar al menos que fuesen bombardeados en sus estacionamientos.Los pilotos del 67th sabían con certeza que lo que hacían era, sencillamente, huir.
Pero los escasos P-400 de Guadalcanal aún no habían terminado su historia.Todo lo contrario.El día 1 de septiembre, tan sólo dos días después de la nefasta misión del día 30 de agosto, se empleó por primera vez a los P-400 en esa zona de combates para una misión que les era mucho más propicia: el ataque a objetivos terrestres.Su suerte iba a cambiar radicalmente, incluso llegarían a ser determinantes en ciertas acciones muy locales.Lo veremos en el siguiente capítulo.
Al menos cuatro P-400 son visibles en esta imagen, quizá una de las más conocidas de los Airacobra en Guadalcanal.El aparato en primer plano lleva el numero de serie británico BW167 bajo el plano de cola.Con sus agresivos morros pintados con fauces de tiburón, los Airacobra despertaron muchas expectativas a su llegada.Lamentablemente durante sus primeras acciones no las cumplieron.
Una muestra de la chapuza que fue esa primera operación ofensiva en Guadalcanal.
ResponderEliminarLa US Navy salió corriendo llevándose los sumnistros y refuerzos del USMC, el ejército enviando, tarde, unidades de la Guardia Nacional, que a toda prisa convertirían en una división que se convertiría en mítica la All American.