Operación K

El reconocimiento aéreo es una de las disciplinas menos valoradas en casi todos los relatos aéreos de la Segunda Guerra Mundial. Y por supuesto fue pieza clave (o la falta de él) de muchas acciones, aunque por supuesto no tuvo la repercusión que tuvieron los grandes ases, las devastadoras misiones de bombardeo, etc.

En el Teatro del Pacífico, sobre todo en la zona norte y central, dos de los principales problemas eran las enormes distancias y la ausencia de aeródromos en la mayoría de las remotas islas diseminadas por él. Incluso los aparatos de mayor rango no tenían las "piernas" suficientemente largas para algunas de las misiones requeridas. No es extraño por lo tanto que los japoneses tuviesen una amplia gama de hidroaviones en servicio (y no solo como aparatos de reconocimiento), ya que si había algo que sobraba en esa zona era precisamente agua. Los hidroaviones tenían la ventaja obvia de poder posarse en el mar (si las condiciones lo permitían), por lo que podían operar desde pequeñas islas desprovistas de instalaciones de tierra, o bien ser reabastecidos por naves nodriza.

Esto nos lleva al trasfondo de la Operación K. Tras el ataque a Pearl Harbor, los japoneses tenían muy complicado, casi imposible, mantener la presión sobre el archipiélago de la Islas Hawái. Aquel ataque pudo realizarse por la sorpresa del mismo, pero nuevas misiones sobre las islas que involucrasen a los portaaviones eran demasiado arriesgadas. Si querían seguir teniendo ocupados a los defensores de la zona había que buscar otro método. Además, era importante saber el estado de las reparaciones de las bases navales y aéreas, además de tener conocimiento de qué y cuántos barcos de guerra había en ellas.

Uno de esos métodos era el de los pequeños hidroaviones a bordo de submarinos. Japón había puesto especial interés en el desarrollo de estos aparatos, por razones obvias. Tan sólo nueve días después del ataque a Pearl Harbor el submarino I-7 se acercó lo suficiente a Oahu para poder lanzar su pequeño biplano Watanabe E9W. El día cuatro de enero le tocó el turno al I-19, que en este caso lanzó el algo mayor y más moderno Yokosuka E14Y. Tres semanas después haría lo propio el I-9, de nuevo lanzando un E14Y. Todas estas misiones de reconocimiento se realizaron sin que los estadounidenses las interceptaran, y los pilotos informaron sobre el estado de las bases navales y aéreas. Uno de los aspectos más destacados de estos vuelos fue la constatación de que el dique seco conocido como 10-10 (por su longitud en pies, 1.010) estaba en funcionamiento, y era el único con capacidad para que entrasen en él los grandes buques de guerra. Si se pusiera fuera de servicio, estos tendrían que ir a reparar a los EEUU continentales.

Pero si los japoneses querían "mantener la presión" sobre las Hawái, los pequeños hidroaviones embarcados en submarinos no podían realizarlo. El Watanabe E9W no podía transportar ningún armamento ofensivo, y aunque estaba siendo reemplazado por el Yokosuka E14Y, algo más potente, este monoplano sólo podía transportar un par de pequeñas bombas. No eran una opción ofensiva real, ni tampoco habían sido diseñados para eso. Las bases aéreas más cercanas a las Hawái, las de las islas Marshall y la isla de Wake, poseían unidades equipadas con Mitsubishi G3M y G4M, pero a pesar del enorme radio de acción de estos aparatos, sencillamente las islas principales de las Hawái estaban completamente fuera de su alcance. Posiblemente el aparato de mayor alcance con el que contaba la Armada Imperial era el Kawanishi H6K, un gran hidrocanoa cuatrimotor, pero su alcance y sus prestaciones se reducían drásticamente si se le cargaba de bombas. 

El caso es que el 31 de diciembre de 1940 había realizado su primer vuelo el nuevo hidrocanoa de Kawanishi, el H8K, un aparato mucho más moderno y poderoso, con un alcance aún mayor que su antecesor y capaz de transportar una considerable carga bélica, pero incluso así, el aparato no tenía la suficiente autonomía para realizar el vuelo desde las Islas Marshall hasta Oahu con una carga de bombas aceptable, por lo que sería imprescindible repostar en el camino. Para primeros de febrero de 1941 el Yokohama Kaigun Kokutai había recibido las primeras unidades de serie del nuevo modelo y los estaban sometiendo a pruebas, pero la Armada Imperial estaba impaciente por realizar las misiones, por lo que el 15 de febrero se apartaron dos unidades (en principio iban a ser cinco) para ser enviadas al atolón Wotje, en las Islas Marshall, y se prepararon para realizar la misión en los primeros días de marzo, haciéndola  coincidir con la luna llena. Para la Armada Imperial, el nombre en código para la isla de Oahu era AK, por lo que las misión llevaría el nombre de Operación K. Hay que resaltar que este nombre no se refiere en exclusiva a esta primera misión, ya que si finalmente tenía éxito, las siguientes incursiones se englobarían dentro de las misma Operación K.


El Kawanishi H8K es el protagonista principal de la Operación K. Posteriormente llamado "Emily" por los Aliados, está considerado como el mejor hidrocanoa japonés de la Guerra, incluso para muchos el mejor de todos los países en conflicto. Potente, con buena carga útil, excelente autonomía y bien defendido, el H8K fue un rival difícil de derribar para los Aliados. Sin embargo era un avión grande y muy costoso para un país con escasos recursos, por lo que sólo se fabricaron 167 ejemplares, algunos de ellos dedicados al transporte. En la imagen aparece posiblemente un H8K-2, en una imagen posterior a los hechos que relatamos. Al fondo da la impresión de que se aprecia el ala de un H6K "Mavis".


El plan de la Armada era, como casi todos los que elaboraron, bastante complejo, e implicaba un buen número de unidades diferentes. Se llegarían a utilizar hasta seis submarinos de la 6ª Flota para apoyar la misión, empezando por el I-22, que con anterioridad había estado realizando labores de reconocimiento en la cadena de islas de "sotavento" que formaban el rosario de atolones que iban desde las Hawái hasta Midway, con la idea de encontrar un punto lo suficientemente remoto pero a la vez con buenas características para efectuar el repostaje de los H8K. Y vaya si lo encontró. El I-22 informó que el atolón conocido como French Frigate Shoals ofrecía las características deseadas para ello. Luego otros cinco submarinos entraron en escena. Tres de ellos, los I-15, I-19 e I-26 se trasladarían hasta este remoto y desolado atolón cargados de suministros (básicamente combustible de aviación), y esperarían a los hidrocanoas. Otro submarino, el I-9, se situaría aproximadamente a mitad de camino entre la isla de Wotje y las French Frigate Shoals para servir como radiofaro para ayudar en la navegación a los H8K. Por último, el I-23 debía de situarse a escasos 16 km de la isla de Oahu para realizar labores de reconocimiento meteorológico y servir como punto de rescate si los hidrocanoas tenían que amerizar de emergencia tras el ataque.
 Eso en lo referente a la parte "naval". En el apartado aéreo, el esfuerzo que iban a realizar tanto máquinas como tripulantes iba a ser descomunal. Los dos Kawanishi H8K1 eran del primer lote de serie y estaban equipados con los motores radiales Mitsubishi MK4B 12 "Kasei" de 14 cilindros en doble estrella y 1.530 hp  de potencia máxima al despegue, que en versiones avanzadas fueron sustituidos por modelos más potentes del mismo motor. Hay que recordar que hacía escasamente tres meses de la entrada en servicio de este enorme aparato y el modelo apenas si había tenido tiempo de ser probado. A pesar de ello, las dos tripulaciones, comandadas por el Teniente Hisao Hashizume, que pilotaría uno de ellos y estaría la mando de la misión cuando despegaran, y el Alférez Shosuke Sasao, que pilotaría el otro avión, tendrían que enfrentarse, primero, al largo traslado desde Japón hasta la isla de Wotje en las Marshall. Una vez allí, los aparatos se cargaron con cuatro bombas de 250 kg cada uno y una carga completa de combustible, siendo informados de los detalles de la misión personalmente por el Vicealmirante Shigeyoshi Inoue, Comandante en Jefe de la 4ª Flota. Luego tendrían que afrontar un vuelo sin escalas sobre el océano de cerca de 3.100 km sin avistar tierra (sólo con la ayuda del I-9 como baliza de radio) hasta llegar a las French Frigate Shoals. Allí deberían de amerizar (cargados de bombas) ser reabastecidos por los submarinos y despegar para realizar el tramo de unos 900 km hasta Oahu, encontrar el objetivo principal (el dique seco 10-10), bombardearlo e iniciar el viaje de regreso, sin escalas, hasta su base en la isla de Wotje. Si conseguían realizar semejante hazaña, sería una de las misiones de bombardeo más largas de la Historia. El despegue para la misión estaba previsto para la noche del 4 de marzo de 1942.


Las French Frigate Shoals eran unos islotes desolados e inhóspitos situados en mitad de ninguna parte, que no fueron descubiertos por los occidentales hasta noviembre de 1786, cuando el gran explorador francés Jean François de La Pérouse casi naufraga en ellas. Ciertamente eran un sitio ideal para un reabastecimiento clandestino. Tras la Batalla de Midway la Us Navy construyó una pista de aterrizaje en una de ellos, la Isla Tern, ampliando la superficie de esta para lograr una precaria pista de unos 1.000 metros de longitud, que servía como zona de aterrizaje de emergencia para los aviones que realizaban la ruta entre Hawái y Midway. La imagen, como dice en ella, es posterior, de 1953, cuando se utilizaba como base para una estación LORAN. Al principio he dicho que "eran unos islotes", y aún lo son, pero al parecer en los últimos años debido a las fuertes tormentas y el aumento del nivel del mar la superficie de algunas de ellas se ha reducido bastante. 


Pero un plan tan complicado y dependiente de tantos factores tiene muchas probabilidades de sufrir contratiempos, y el primero de ellos llegó ya varios días antes del despegue, cuando se perdió la comunicación con el submarino I-23. El día 24 de febrero a las 23:30 horas el submarino transmitió su último mensaje desde su posición al sur de Oahu. Desde entonces no se supo nada más de él y de los 96 tripulantes del mismo, entre los que estaba un Oficial del Estado Mayor de la Flota Combinada, el Teniente Coronel Konishi Masayoshi. No hay claros registros estadounidenses sobre acciones contra sumergibles en esa zona y en esa fecha, por lo que hoy en día el motivo de su desaparición sigue siendo un misterio. Por lo tanto, el último parte meteorológico de la zona del ataque tendría unos 9 días, lo cual no serviría de mucho.

Pero la operación siguió adelante, y en la madrigada del día 4 de marzo los dos H8K despegaron y realizaron el primer tramo del viaje, de trece horas de duración hasta llegar a las French Frigate Shoals a las 18:30 horas, donde tuvieron que amerizar ya anocheciendo y con un mar algo revuelto. Tomaron contacto con los submarinos para realizar el repostaje, que no fue sencillo debido a las condiciones del mar, perdiendo en alguna ocasión las conexiones de las mangueras del combustible, pero logrando reabastecerse por completo. Hacia la medianoche los dos aviones despegaron y se dispusieron a realizar el segundo tramo, mucho más corto, hasta Oahu, isla que alcanzaron hacia las 02:00 horas (del horario local). Ahora se hizo evidente la pérdida del I-23, porque en la zona se encontraron con nubes de tormenta y fuertes chubascos ocasionales, siendo la visibilidad bastante reducida, tanto que incluso los dos aparatos perdieron el contacto entre si y tuvieron que realizar la aproximación final por separado, volando a unos 4.600 metros de altura. Puede ser que ambos pilotos utilizaran el faro de Kaena Point como referencia, aunque es más probable que sólo lo hiciera el Alférez Sasao, aunque sus bombas cayeron al mar, quizá en la zona de Waianae o cerca de la entrada al puerto de Pearl Harbor. Lo cierto es que no se sabe con seguridad, y estas bombas pasaron completamente desapercibidas para los estadounidenses.
El Teniente Hashizume tampoco lo hizo mejor: volando apenas sin ver tierra, dejó caer sus bombas en la ladera del Monte Tantalus, a unos 300 metros de distancia del Theodore Roosevelt High School, pero a unos 9 km de la base naval de Pearl Harbor. El mal clima que impedía ver más que retazos del suelo y la ausencia de luces en tierra por los apagones obligatorios dejaron a los pilotos prácticamente sin referencias para el ataque.


Esta imagen me resulta de lo más enigmático, ya que en algunos sitios se dice que es precisamente del encuentro de los H8K con los submarinos en las French Frigate Shoals. El submarino de la imagen si que parece un Tipo B1, similar a los I-15, I-19 e I-26 que los reabastecieron, con el hangar para el hidroavión Yokosuka E14Y a proa y el gran cañón a popa con esa parte de la cubierta poco elevada, pero eso ya se lo dejo a los especialistas en el tema. El aparato en primer plano parece que lleva en el timón las siglas Y-72, que en varios sitios identifican como el segundo aparato de producción, y que era el que pilotaba el Alférez Sasao, mientras que el Teniente Hashizume pilotaba el primer aparato de producción, el Y-71. Ambos aparatos se habían modificado bastante desde sus primeros vuelos, en especial en la forma del casco, que al principio no tenía buenas características de navegación. Desde luego la imagen tiene bastante posibilidades de ser de la Operación K.


Con los dos aviones separados e incapaces de encontrarse en la oscuridad, iniciaron el inmenso viaje de vuelta de unos 3.200 km y unas 15 horas de duración sin ninguna escala, con el combustible restante y prácticamente sin posibilidad de recibir ayuda en caso de amerizaje de emergencia. El Alférez Sasao finalmente llegó sin novedad hasta Wotje, pero el Teniente Hashizume sospechaba que el casco de su aparato había sufrido daños al despegar de las French Frigate Shoals, y como sabía que las instalaciones de Wotje no tenían capacidad para realizar las reparaciones, decidió volar aún más lejos, unos 470 km más al suroeste hasta llegar al atolón de Jaluit, donde consiguió amerizar sin más problemas.
Por parte japonesa estaban satisfechos con el desenlace de la operación, sobre todo por el hecho innegable de haber realizado una de las misiones de bombardeo más largas de la Historia, con una navegación sobre el océano y durante gran parte del tiempo de noche muy correcta. Pero realmente se había conseguido muy poco: aunque la navegación fuese muy buena de poco servía si no se podían localizar los objetivos, así que en el apartado del bombardeo, unos cuantos cristales rotos es un bagaje muy pobre. El objetivo primario, el dique 10-10, ni siquiera se llegó a localizar. En el otro apartado de la misión, el del reconocimiento de la base naval, tampoco se obtuvieron datos, aunque esto se achacara al mal tiempo que impedía la visibilidad. El Teniente Hashizume aseguró haber visto un portaaviones, pero esa noche no había ninguno en Pearl Harbor, ya que el Saratoga se encontraba en Puget Sound reparando los daños sufridos el día 2 de enero al ser torpedeado por el submarino I-16, el Enterprise había zarpado el día 14 para atacar primero la isla de Wake y posteriormente, el mismo día de la Operación K, la isla de Marcus. Por su parte, el Yorktown se había dirigido al sur y ahora acompañaba al Lexington por el suroeste del Pacífico. Lo peor por parte japonesa fue la pérdida, con todos sus tripulantes, del submarino I-23.

En lo que se refiere a los estadounidenses, los daños materiales fueron ínfimos, y por supuesto no hubo bajas. Pero quedó muy claro que el estado de las defensas aéreas nocturnas de la zona era casi inexistente, cuatro meses después del ataque a Pearl Harbor. Al menos en esta ocasión los operadores de radar, primero de la isla de Kauai y luego los de Oahu, fueron capaces de detectar la aproximación de los dos aviones y de seguirlos en sus pantallas, dando la alerta. El problema es que no había unidades de caza nocturna, por lo que los Curtiss P-40 Warhawk enviados por el Ejército, sin entrenamiento para combates nocturnos, sin guía desde tierra y con el pésimo tiempo, sencillamente no lograron ver a los atacantes. Por su parte, al Armada interpretó que se trataba de un ataque de aviones que habían despegado desde algún portaaviones cercano, y lanzó cinco Consolidated PBY Catalina del PatWing-2 armados con torpedos para buscar el portaaviones atacante. Por descontado no descubrieron nada.
Lo que si despertó el ataque fue una pequeña ola de pánico ante el temor, una vez más, de una invasión japonesa. Una emisora de radio de Los Ángeles en California. donde aún resonaban los temores por los avistamientos de submarinos en la costa del Pacífico de los EEUU, contribuyó a ello emitiendo la noticia totalmente falsa de que el ataque había causado "daños considerables", y que habían fallecido unas 30 personas entre civiles y militares, además de unos 70 heridos. Hubo incluso recriminaciones entre el Ejército y la Armada acusándose mutuamente de haber detonado explosivos en el  Monte Tantalus.

Mientras en las Islas Marshall los japoneses ya habían programado una segunda misión, en este caso sólo de reconocimiento, sobre las islas Johnston y Midway el día 6 ó el 7 de marzo utilizando los dos mismos aparatos, que para este vuelo no necesitarían de repostaje con submarinos, ya que al ir desprovistos de bombas podían cargar el combustible necesario para el vuelo de ida y vuelta sin escalas. Pero la necesidad de realizar pequeñas reparaciones en los H8K y el lógico agotamiento de las tripulaciones hicieron que se pospusiera hasta el día 10. En esta ocasión de nuevo los dos mismos comandantes partieron con sus respectivos aviones y tripulaciones: el Alférez Sasao realizó el vuelo hasta Johnston y regresó a su base sin novedad y con un amplio repertorio de buenas fotografías. El Teniente Hashizume no fue tan afortunado. Cuando se aproximaba a Midway fue detectado por un radar de los Marines a las 10:30 horas, y estos enviaron doce Brewster F2A Buffalo del VMF-221 al mando del Capitán Robert M. Haynes en tres grupos de cuatro aparatos cada uno para abarcar más espacio. Uno de los grupos de cuatro, liderado por el Capitán James L. Neefus, estableció contacto con el hidrocanoa (al que confundieron con un H6K "Mavis") a unos 3.000 metros de altura, iniciando el ataque de inmediato. El propio Neefus realizó la primer pasada incendiándole uno de los motores, luego, los Tenientes McCarthy y Somers  lo persiguieron y lo ametrallaron hasta unas nubes donde intentaba perder el contacto con los cazas, sin conseguirlo. El cuarto miembro del grupo, el piloto Marine Dickey, intentó un ataque desde la cola, pero recibió hasta siete impactos de bala en respuesta. Finalmente el Capitán Neefus le hizo otra pasada y el aparato cayó al mar envuelto en llamas. Generalmente se le atribuye a Neefus el derribo del avión de Hashizume, siendo además la primera victoria registrada de un Brewster Buffalo en servicio con los EEUU.

El pie de la foto dice claramente que los dos personajes que se saludan son el Almirante Nimitz y el Teniente McCarthy, al que felicita en Midway tras el derribo de H8K de Hashizume. Sin embargo, en otras páginas se dice que al que saluda Nimitz es al propio Capitán Neefus, aunque para entonces quizá Neefus ya no estaba en Midway, isla que dejó en Mayo, por lo que no participó en la Batalla de Midway, por fortuna para él, ya que el VMF-221 y sus Brewster F2A fueron masacrados por los cazas A6M Zero.


Tras la pérdida del Teniente Hashizume, al Alférez Sasao se le ordenó volver a la base de su Kokutai en Yokohama. Con un sólo H8K disponible en ese momento, más las apreciaciones de los tripulantes referentes a que ese tipo de vuelos extenuantes, al límite de la autonomía de las máquinas y de los hombres, y además sin escolta, eran casi impracticables, se podía pensar que la Armada Imperial dejaría de lado la Operación K, pero nada de eso. Pronto estarían en servicio más aparatos, y la necesidad de reconocimiento en todo el área de las Islas Hawái era tan grande que se siguieron planificando misiones. La siguiente tendría lugar el día 30 de mayo, y se pretendía repetir el itinerario de la primera misión sobre Oahu. El caso es que nunca se llevaría a cabo, y su no realización tendría más repercusión de lo que en principio podría parecer.

Mientras, los estadounidenses por fin habían reaccionado. Los analistas de señales de radio de la Unidad de Inteligencia de Combate del Capitán de la Us Navy Joseph J. Rochefort habían deducido que en la misión del día 4 de marzo los japoneses habían utilizado las French Frigate Shoals como punto de reabastecimiento para los hidroaviones, por lo que el propio Almirante Chester Nimitz ordenó la presencia a partir de entonces de unidades de la Us Navy en esa zona. 

Así las cosas, el día 29 de mayo, cuando el submarino I-123 emergió de noche en la laguna de las French Frigate Shoals, se encontró con dos buques de la Us Navy, los antiguos destructores reconvertidos en barcos de apoyo de hidroaviones Ballard AVD-10 y Thornton AVD-11, junto con algunos hidroaviones estacionados junto a ellos. El I-123 comunicó por radio tanto a su base en Kwajalein como al submarino I-121 que estaba a punto de llegar a la misma zona, la presencia de los buques de la Us Navy. Ambos submarinos recibieron órdenes de permanecer a la espera en la zona, mientras que la nueva Operación K se posponía hasta el día siguiente, el 31 de Mayo. 
Pero ese día los barcos de la Us Navy seguían en la zona, además de que la actividad aérea era importante. Tras el consiguiente informe de los submarinos japoneses, la Armada Imperial decidió cancelar definitivamente la Operación K.

Si la Armada Imperial hubiese realizado esta segunda Operación K unos cuantos días antes, es muy probable que hubiesen detectado en Pearl Harbor la presencia de los tres portaaviones, el Hornet, Enterprise y el Yorktown en la base naval, lo que por supuesto les hubiese servido de mucho para la inminente Operación MI, que daría lugar a la nefasta, para ellos, Batalla de Midway. Incluso si se hubiese realizado el día 30 de mayo es casi seguro que hubiesen podido detectar al Yorktown, que partió con retraso respecto a los otros dos portaaviones. Por supuesto, todo esto se habría conseguido si no se hubiese realizado la primera Operación K, ya que esta misión realmente lo que consiguió fue alertar a los estadounidenses y que estableciesen unidades en las French Frigate Shoals, algo que hubiese sido muy improbable que llevaran a cabo si no se hubiese realizado esa primera misión.

En definitiva, cuatro días después de suspender definitivamente la segunda Operación K, tuvo lugar la Batalla de Midway, donde la Armada Imperial entró en combate sin conocimiento de la situación ni de la cantidad de portaaviones enemigos en la zona, con el resultado que todos sabemos. Y en mi opinión, una parte, aunque sea pequeña, del desenlace de esta trascendental batalla, tuvo que ver con la falta de reconocimiento aéreo en los días previos a la batalla, aunque por supuesto luego influyeran otros muchos factores.


Fuentes:




Comentarios

  1. La su pervivencia del dique en Pearl fue uno de los grandes fallos del ataque japonés.
    Y luego los intentos de atacarlo de forma tan complicada y a la vez tan improvisada. Aunque hubiera ido todo bien que hubieran conseguido uno, dos impacto como mucho. Con eso no hubieran hecho mucho.
    Y seguro que hubieran perdido ambos aparatos.
    El reconocimiento gana o pierde batallas, incluso ahora en la era de los satélites sigue siendo crítica la capacidad de localizar al enemigo tan lejos como sea posible.

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  2. Qué gran e interesante relato, tanto por los hechos en sí como por sus implicaciones.

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    1. Gracias Vik, me alegro de que te haya resultado interesante!!

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