Midway: el cuarto portaaviones (VIII)

 EL ESFUERZO FINAL

 Un par de horas después de que el último ataque de la mañana de los aparatos basados en Midway terminase (el realizado por los Vought SB2U-3 Vindicator de los Marines), tres de los cuatro portaaviones japoneses estaban heridos de muerte, los Akagi, Kaga y Soryu, los tres alcanzados por bombas de los Douglas SBD Dauntless de los portaaviones de la Us Navy.
 
 Mientras, en la isla, lo que quedaba de su Grupo Aéreo intentaba reorganizarse. Y no era tarea fácil, porque tras el ataque aéreo japonés de primeras horas del día, aunque la pista de aterrizaje seguía operativa, buena parte de las instalaciones estaban destruidas o seriamente dañadas... a lo que había que añadir las bajas personales. 
 Además reinaba mucha incertidumbre sobre lo que realmente estaba pasando con la Fuerza de Ataque del Vicealmirante Nagumo y los portaaviones de la Us Navy, con noticias fragmentadas e informes de daños poco realistas, que no hacían más que contradecirse con las observaciones que llegaban (a su vez muy imprecisas) de comunicados de radio desde submarinos y desde algunos Consolidated PBY Catalina que seguían realizando patrullas de reconocimiento. Aparte de esto, se sabía que también estaban en liza la Flota con los transportes de tropas y sus buques de Guerra de escolta. Los mandos de la isla, con la información de la que disponían, esperaban más ataques aéreos y posiblemente el bombardeo desde buques de superficie unas horas más tarde. Se hicieron planes para evacuar de la isla al personal que no fuese estrictamente necesario, y en esos momentos de dudas, también se planteó el que los aviones restantes abandonasen la isla para no ser destruidos.
 Tras aterrizar en la isla, a los aviones supervivientes que estaban en condiciones de vuelo se les estaba intentando rearmar y reabastecer de combustible, tarea esta muy complicada por la falta tanto de conducciones como del propio combustible, ya que la mayor parte de los depósitos estaban ardiendo. En resumen, el "cuarto portaaviones de Nimitz" no estaba hundido, pero su capacidad operativa estaba muy mermada.

 Alrededor de las 11:15 horas del 4 de junio de nuevo sonó la alarma de ataque aéreo. En ese momento se habían reabastecido de combustible siete de los Boeing B-17, a los que se les ordenó despegar de inmediato y poner rumbo a Hickam Field en las Hawái para evitar su destrucción. Otros ocho B-17 quedaban en esos momentos en la isla, esperando ser operativos lo antes posible. Los informes entrantes, sin embargo, cambiaron en pocas horas las perspectivas, ya que después del mediodía se certificaba que al menos tres portaaviones enemigos estaban en llamas y hundiéndose. La suerte de la Batalla parecía cambiar por completo, pero el riesgo de invasión aún parecía factible, por lo que a las 15:00 horas se ordenó al Teniente Coronel Walter C. Sweeney que despegase y atacase a los transportes enemigos con los datos de su último avistamiento. Sólo cuatro B-17 estaban en condiciones de despegar, mientras que otros dos lo hicieron una hora más tarde a las órdenes del Capitán Carl E. Wuertele, pero ambas formaciones fueron desviadas en ruta hacia un portaaviones que había sido detectado y que estaba ardiendo (posiblemente el Hiryu, que se había desviado al norte tras la debacle de sus acompañantes). Los dos grupos atacaron por separado, informando que habían bombardeado buques de guerra porque el portaaviones estaba prácticamente hundido. Sus informes fueron tan dispares que es difícil saber realmente que buques atacaron, pero casi con seguridad no lograron ningún impacto. 
 En una vuelta de tuerca más del desorden reinante en esas horas, se había ordenado a seis Boeing B-17 bajo las órdenes del Major George A. Blakey que despegaran desde su base de avanzada en la isla de Molokai para dirigirse a reforzar Midway, cuando a las 16:10 horas se les informó que cambiasen de ruta y atacasen al grupo de navíos que acababan de atacar los B-17 de Midway, cosa que hicieron sobre las 18:30 horas, ya anocheciendo. Definitivamente todos los B-17 implicados acabaron aterrizando en Midway ya entrada la noche, seguramente sin lograr ningún impacto directo.

 Mientras, los aviadores de los Marines del VMSB-241 recibieron a su vez órdenes a las 17:00 horas de poner en vuelo los aparatos disponibles y atacar a los portaaviones renqueantes del enemigo. Tuvieron que esperar hasta que todos los B-17 fueran reabastecidos para poder hacer lo propio, por lo que hasta las 19:00 horas no partieron. Despegaron, ya de noche, los seis Douglas SBD-2 Dauntless y cinco Vought SB2U-3 Vindicator que quedaban en condiciones de vuelo (aunque varios de ellos dañados). Los SBD volaron a las órdenes del Capitán Marshall A. Tyler y los SB2U a las órdenes una vez más del Major Norris. Para entonces el clima en la zona de búsqueda había cambiado, con abundante nubosidad y fuertes chubascos. Para los inexpertos pilotos, era demasiado, y les fue imposible encontrar en la oscuridad los buques japoneses, por lo que tuvieron que regresar y encontrar la isla para aterrizar completamente de noche. Todos volvieron, con la excepción del aparato del Major Benjamin W. Norris, que según sus acompañantes, de pronto realizó un giro brusco y desapareció en el océano. El líder del ataque de hacía unas horas sobre el acorazado Haruna desaparecía para siempre junto a su artillero, sin que se llegase a saber el porqué, aunque es probable que su antiguo Vindicator sufriese algún problema mecánico, o quizá estuviese dañado del ataque de la mañana. Sea como fuese, otro líder de vuelo de los Marines desaparecía en una misión un tanto absurda. 

El último de los portaaviones japoneses en hundirse fue el Hiryu. Intentando tener una comprobación visual de los daños sufridos, a primeras horas del  día 5 de junio se lanzó un aparato de reconocimiento fotográfico desde el pequeño portaaviones Hosho que acompañaba  a los acorazados, entre ellos el Yamato con el Almirante Yamamoto a bordo. El aparato lanzado era un Yokosuka B4Y1 "Jean" (el Hosho cargaba con ocho de estos biplanos) con el Alférez Oniwa Kiyoshi como fotógrafo, y consiguió unos estupendos planos del desafortunado portaaviones pocas horas antes de hundirse. Se aprecia como falta buena parte de la cubierta de vuelo entre el puente y la proa.


 Durante la noche del 4 al 5 de junio la situación en la isla seguía siendo tensa. Estaba claro que se le había asestado un duro golpe al enemigo, pero aún persistía la preocupación por si los japoneses seguían intentando tomar Midway. Por la tarde del día 4 el Almirante Yamamoto había suspendido el desembarco en la isla, pero había ordenado a una de sus divisiones de cruceros pesados, la 7ª, formada por los Suzuya, Kumano, Mikuma y Mogami, más dos destructores, todos bajo las órdenes del Contraalmirante Tadeo Kurita a bordo del Kumano, que se acercasen a Midway para bombardearla. Sin embargo, varias horas después Yamamoto comprendía que la situación era insostenible y ordenaba a Kurita que desistiese del bombardeo. Por un error en las transmisiones, la orden llegó a Kurita cuando sus barcos estaban a sólo unos 166 km de Midway, y  pocos minutos después de girar los vigías descubrieron al submarino estadounidense USS Tambor. Durante las maniobras evasivas se produjo cierta confusión, con el desastroso resultado de que el Mogami embistió de lleno a su gemelo Mikuma, quedando ambos averiados y a merced de los ataques aéreos.

 El submarino USS Tambor envió un primer mensaje por radio indicando "muchos barcos" cerca de Midway, lo que llevó a pensar que los japoneses aún seguían intentando tomar la isla, cuando en realidad ya no era así. Por tanto, el grupo aéreo de Midway de nuevo se puso en alerta. Hacia la medianoche se enviaron dos Consolidated PBY armados de nuevo con torpedos, pero no lograron encontrar al enemigo. A las 04:15 una vez más los PBY que quedaban en la zona volvieron a salir de patrulla, y uno de ellos divisó en la casi oscuridad a los dos cruceros lisiados, pero los confundió con dos "acorazados", lo que causó bastante revuelo, por lo que pocos minutos después despegaban doce Boeing B-17 para bombardear los buques. A las 06:30 horas se volvió a pedir a los integrantes que quedaban del VMSB-241 de los Marines que despegasen con todos los aviones disponibles para atacar a los dos "acorazados". 
 Se pudieron poner en orden de vuelo seis Douglas SBD Dauntless y otros seis Vought SB2U Vindicator. Era todo lo que le quedaba a los Marines en Midway para atacar. Incluso faltaban tripulantes para uno de los Vindicator, por lo que el Capitán Richard E. Fleming, uno de los pilotos de los Dauntless que no podía usar su avión por estar fuera de servicio, se ofreció voluntario para pilotar uno de los Vindicator. 
 
 Definitivamente despegaron los doce aparatos a las 07:00 horas bajo las órdenes del Capitán Marshall A. Tyler, pero al igual que el día anterior, los más lentos Vindicator se quedarían retrasados, por lo que actuarían bajo las órdenes del propio Capitán Fleming. Tras una hora de vuelo y tras encontrar el rastro de aceite que dejaban los buques, los Dauntless iniciaron su ataque a las 08:05. En esta ocasión lo hicieron en picados desde unos 3.000 metros de altura, eligiendo al Mogami como objetivo, pero una vez más sin lograr ningún impacto directo, sólo cercanos. Algunos aviones fueron dañados por los antiaéreos, pero todos lograron regresar a Midway.
 Poco después aparecieron los Vindicator, que una vez más realizarían un ataque en picado suave desde unos 1.200 metros de altura. En su caso eligieron como objetivo al Mikuma, que sorprendentemente a pesar de los daños que sufría respondió con un fuego antiaéreo potente y preciso. Nada más empezar el ataque el avión del Capitán Fleming fue alcanzado y quedó envuelto en llamas, pero no desistió de su objetivo y continuó su ataque enfilando el crucero hasta lanzar su bomba, que explotó muy cerca del barco. Fleming no pudo hacer remontar su Vindicator en llamas y se estrelló contra el mar muy cerca del crucero, muriendo tanto él como su artillero, el soldado Marine George A. Toms. Unos meses después, el 24 de noviembre de ese mismo año, el propio Presidente Roosevelt entregaba a la madre del Capitán Fleming la Medalla de Honor a título póstumo, la primera otorgada a un aviador del Cuerpo de Marines en la Guerra. Al soldado Toms se le concedió, también póstumamente, la Cruz de Vuelo Distinguido.

 Los últimos ataques realizados por los aparatos de Midway fueron por parte de los Boeing B-17 a las órdenes del Major Blakey, que volvieron a bombardear a los dos cruceros, pero una vez más logrando sólo impactos cercanos. En el regreso de estas últimas misiones de los B-17 se perdieron dos de estos bombarderos al quedarse sin combustible: uno de ellos, el del Capitán Robert S. Porter, perdió uno de los depósitos extra que iban en la bodega de bombas al caerse cuando las soltaba, y en el camino de regreso, ya de noche, se perdió el contacto con él y no se les volvió a ver. El otro aparato pilotado por el Capitán Glen H. Kramer agotó su combustible unos 90 km antes de llegar, por lo que tuvieron que amerizar de emergencia. Posteriormente se recuperó a la tripulación, aunque el operador de radio resultó muerto. Fueron los dos únicos B-17 que se perdieron en toda la Batalla.
 Finalmente el crucero Mikuma fue aplastado por las bombas de los Dauntless de los portaaviones estadounidenses y acabó hundiéndose, aunque el Mogami, muy tocado, logró escapar.

Otra foto icónica de la Batalla de Midway es esta del crucero Mikuma destrozado poco antes de hundirse en la tarde del 6 de junio. Como seguía existiendo mucha confusión con la identificación de los dos buques averiados, desde el USS Enterprise despegaron dos Douglas SBD Dauntless con fotógrafos observadores de la Us Navy para identificarlos correctamente de una vez, consiguiendo otras de las mejores imágenes de la Batalla. El Mikuma, aparte del choque sufrido con su compañero el Mogami, fue arrasado por las bombas de los Dauntless embarcados. Los Vindicator de la isla de Midway lo habían atacado anteriormente, pero no lograron alcanzarlo. Durante un tiempo existió el mito de que los restos que se ven sobre la torreta sobreelevada de popa eran los del Vindicator del Capitán Fleming, y que este se había estrellado a propósito contra el buque, pero esto era sólo un mito.


Estos últimos B-17 aterrizaron en Midway alrededor de las 23:30 horas del día 5 de junio. Con ello, las unidades aéreas de la isla cerraban su participación activa en los combates de la Batalla de Midway. Al final el propio Yamamoto comprendió que todo estaba perdido y retiró todas las fuerzas restantes, mientras por su parte los portaaviones de la Us Navy que quedaban a flote, el USS Enterprise y el USS Hornet, se retiraban también, ya que la persecución de las unidades a su alcance de la Flota Japonesa los pondría al alcance de los aparatos japoneses con base en tierra de la isla de Wake, y con la pérdida del Yorktown y de buena parte del los Grupos Aéreos de los otros dos portaaviones, se podían dar más que satisfechos al haber hundido los cuatro portaaviones japoneses y uno de sus cruceros pesados, aparte de evitar la toma de Midway. Por supuesto, esto eran los resultados inmediatos. Los resultados a largo plazo de la Batalla tuvieron incluso más trascendencia, aunque esto es motivo de discusión incluso hoy en día. Pero eso es ya otra historia.

 Para lo que concierne a este relato, el Grupo Aéreo destacado en Midway, la Batalla, a primera vista, se podría considerar un desastre, salvo por el hecho de que la isla no fue invadida (que no es poco). En el tiempo que fue desde las primeras horas del día 4 hasta últimas horas del día 5, el Grupo Aéreo de la isla estaba prácticamente aniquilado. Su elemento defensivo, el VMF-221, estaba en cuadro, con sólo un puñado de Brewster F2A-3 operativos. La unidad destacada de la Us Navy del VT-8 con los nuevos Grumman TBF Avenger no tenía ningún aparato en servicio, al igual que la unidad de la USAAF de los Martin B-26 Marauder. El Grupo de ataque más numeroso al comenzar la Batalla, el VMSB-241 de los Marines había sufrido pérdidas espantosas, tanto de aparatos como de sus Oficiales al mando. Los únicos que habían salido algo mejor parados eran los B-17 de la USAAF y los Consolidated PBY de reconocimiento de la Us Navy

 Cuando estaba llegando el momento álgido de la Batalla en la mañana del 4 de junio, los aviones con base en la isla realizaron hasta cinco ataques prácticamente consecutivos (recordemos, por orden, desde las 07:05 hasta aproximadamente las 08:37 horas: los seis Avenger, los cuatro Marauder, los dieciséis Dauntless, los quince Flying Fortress y los once Vindicator), los dos primeros con torpedos y el resto de bombardeo. En estos ataques, los principales que se realizaron desde la isla, no consiguieron llegar de vuelta 20 de los 52 aparatos, y un mínimo de otros tres de los que llegaron quedaron inutilizables, falleciendo más de cincuenta aviadores. No consiguieron ni un sólo impacto directo en los buques japoneses.
 A esta terrible estadística hay que sumar los al menos quince pilotos de los cazas que fallecieron defendiendo la isla, así como los aviadores que se perdieron el día 5 en los últimos ataques, al menos otros 12 como mínimo, y que tampoco lograron ningún impacto directo acreditado contra los buques. 

Tras la Batalla, llegó el momento para ambos bandos de rendir homenaje a sus fallecidos y enterrarlos, al menos los cuerpos que pudieron recuperarse. Esta imagen de justo después de la Batalla muestra a los Marines del 6th Defense Battalion rindiendo honores a los cuerpos de algunos de sus compañeros caídos antes de ser subidos a las lanchas patrulleras y lanzados al mar frente al arrecife de la isla.
 

 Inevitablemente la pregunta es si este esfuerzo aparentemente baldío y este derroche de vidas y de aparatos sirvió para algo en la Batalla. Recordemos que se suele decir que los torpederos embarcados de los escuadrones VT-8, VT-6 y VT-3 con sus anticuados Douglas TBF Devastator, que fueron también aniquilados por los Zero y los antiaéreos sin lograr colocar un sólo torpedo, se "sacrificaron" atacando a baja cota sin escolta, lo que propició que los Dauntless de los escuadrones de bombardeo aplastaran a los portaaviones japoneses casi sin ser molestados por los Zero. Aquí parece que hay consenso en ello, y que su "sacrificio valió la pena".

 Pero... ¿y el de los aviadores de Midway? Nunca es fácil valorar un asunto así. Yo al menos soy de la misma opinión que la mayoría de los autores de las fuentes que he consultado para estas entradas sobre los pilotos de la isla de Midway, y es que su actuación si que tuvo un efecto importante en la Flota Japonesa en su conjunto.
 
 Para empezar, entre el raid japonés sobre Midway y los posteriores combates sobre la Flota Japonesa repeliendo los ataques del Grupo Aéreo de Midway, los japoneses perdieron, al menos 14 aviones derribados, otros 14 sufrieron graves daños y cerca de 30 resultaron dañados de forma más leve. Estas bajas se reparten entre los derribados por los cazas del VMF-221, los antiaéreos de la isla y los artilleros de los aparatos que atacaron la Flota. De los catorce aviones derribados un mínimo de cuatro (posiblemente cinco) fueron cazas Zero, a los que habría que sumar alguno más que quedaría inoperativo. La cantidad total de aviones japoneses disponibles para la Batalla en sus cuatro portaaviones se calcula en unos 225 aparatos, por lo que si suponemos unas 28 bajas contando los derribados y los gravemente dañados, representa algo más del 12% del total. En cuanto a los cazas Zero, se calcula que iban unos 72 en total, por lo que si se perdieron 5, representa casi un 7%. Puede parecer un porcentaje muy escaso, pero en mi opinión, en las grandes batallas aeronavales de 1942 en el Pacífico, antes de que los EEUU inundaran este teatro de combates con sus nuevos portaaviones, la diferencia entre ganar o perder en algunos casos podía darse por unos pocos aviones. Cuando hablo de ello me gusta poner como ejemplo a "Swede" Vejtasa en la Batalla de Santa Cruz, donde un sólo piloto, en este caso él mismo, logró derribar siete aparatos enemigos, cinco de ellos torpederos B5N "Kate" que enfilaban al portaaviones USS Enterprise, que ya dañado (más de lo que pensaban en ese momento) es más que probable que no hubiese podido encajar un par de torpedos sin que tuviese que ser abandonado. Así que esa pequeña disminución de su poderío aéreo fue otro "granito de arena" en la consecución de los acontecimientos.

 Otro punto a tener en cuenta es que la necesidad de realizar maniobras evasivas para eludir los ataques hizo que la Flota Japonesa perdiera su orden de combate, dispersando sus unidades, en algunos casos como en el portaaviones Hiryu alejándolos bastante, con la consiguiente disminución de su poderío antiaéreo de conjunto, ya fuese en forma los propios antiaéreos de los buques y sobre todo al obligar a dispersar a los cazas de las patrullas defensivas. Además, los continuos ataques inevitablemente provocarían un exceso de cansancio y estrés a sus pilotos de caza, e indudablemente causaron cierta impresión y sorpresa, ya que vieron como los pilotos atacaban sin escolta y continuaban sus ataques aún cuando estaban siendo acribillados.

 Quizá el punto más importante fue que estos ataques llevaron al Vicealmirante Nagumo a dudar entre acabar definitivamente con la amenaza que representaba el componente aéreo de la isla o en preparar a sus aviones para atacar a los portaaviones de los EEUU, en unos momentos en los que sus reconocimientos aéreos le estaban fallando y desconocía en su totalidad la amenaza real. Esto llevó a cierta confusión que produjo que se tomaran decisiones que resultaron inadecuadas y que como sabemos posiblemente determinaron el resultado final del encuentro.

 Para terminar con este hilo quiero volver a resaltar el indudable  esfuerzo realizado por todos los aviadores de la isla, bastante olvidados en comparación no ya con los pilotos que hundieron los portaaviones japoneses, sino también con los pilotos de los torpederos embarcados de la Us Navy, que aunque al igual que ellos no lograron dañar los buques japoneses, son generalmente más recordados, y no sin motivos, ya que atacaron sin los cazas de escolta con los que habían despegado. Pero no olvidemos que todos los pilotos que despegaron de la isla de Midway para atacar a la Flota Japonesa, no es que atacaran sin sus cazas de escolta, es que despegaron sin ellos.

Como indica el pie de foto, estos son algunos de los pocos pilotos de los Marines que sobrevivieron a la Batalla, en este caso del VMF-221 salvo el tercero por la izquierda (Major Raimond Scollin del MAG-22). El primero por la izquierda es el futuro as Marion E. Carl. La imagen está tomada  en el aeródromo de Ewa, en Oahu, el día 22 de junio.

Algunos de los aviadores del VMSB-241 posando en Midway entre abril y mayo de 1942, cuando el Major Lofton Henderson ya tenía el mando del Escuadrón. Está sentado en el centro de la primera fila. Los marcados con una X fallecieron en la Batalla, como el propio Henderson, o el Capitán Fleming, cuarto por la derecha de la fila posterior. 





Fuentes:

 

  
 
 

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