Batalla del Mar de Bismarck (II)

En marzo de 1943 la situación de las Fuerzas Aéreas Japonesas, en especial las de la Marina Imperial, empezaba a ser problemática.Este servicio no dejaba de sufrir reveses desde la catastrófica Batalla de Midway.Si allí, con el hundimiento de cuatro portaaviones, perdieron una gran cantidad de sus aparatos y pilotos embarcados, los largos meses de lucha en la isla de Guadalcanal y sobre el resto del archipiélago de las Salomón habían desangrado poco a poco a sus unidades basadas en tierra que iban llegando, y desapareciendo, de la base de Rabaul.Además, a finales de octubre de 1942, durante la Batalla de Santa Cruz, prácticamente se anuló a su aviación embarcada, ya que aunque en esta ocasión no se perdieron portaaviones, la debacle entre sus alas embarcadas fue tal que los portaaviones japoneses restantes no volvieron a ser una amenaza durante mucho tiempo.
Para las Fuerzas Aéreas del Ejército Imperial la situación aún no era tan mala.Sin embargo, también en los últimos meses los combates sobre Nueva Guinea empezaban a mermar sus filas.

Para ambos servicios, la situación no iba sino a empeorar, ya que desde finales del verano de 1942 los nuevos Lockheed P-38 Lightning habían hecho su aparición en la zona.El nuevo modelo, aún con mucho margen de mejora y desarrollo, demostraba dese su llegada que iba a ser un rival muy superior a los P-39 y P-40 que hasta entonces se les oponían.Aunque más grande y pesado que sus rivales japoneses, era mucho más rápido y potente, era robusto, estaba bien protegido y además tenía una característica muy importante para ese teatro de operaciones: su largo rango de combate.Hasta ese momento, los Mitsubishi A6M Zero habían gozado de un radio de combate muy superior a los modelos de los Aliados, llegando a actuar en zonas tan lejanas de sus bases que en alguna ocasión, antes de que los Aliados conocieran bien sus características, pensaban que estaban actuando desde portaaviones cercanos no detectados, ya que no podían suponer un radio de combate tan largo para un pequeño caza monomotor.Ahora el Lightning tenía esa capacidad, por lo que podía escoltar a los bombarderos hasta bases donde antes tenían que actuar sin cobertura.
Y el asunto seguiría empeorando, y mucho, para los japoneses, ya que en esta época llegaban los primeros Vought F4U Corsair de los Marines a Guadalcanal, y pocos meses después, la entrada en servicio de los nuevos portaaviones de la clase Essex equipados con los Grumman F6F Hellcat decantarían finalmente la balanza de los combates aéreos definitivamente.


La llegada al Pacífico de los Lockheed P-38 Lightning fue un duro golpe para los pilotos japoneses, y el modelo comenzó pronto a cobrarse un alto tributo entre ellos.En la imagen, P-38F del 39ºFighter Squadron, 35ºFighter Group de la 5º Fuerza Aérea en un aeródromo cercano a Port Moresby en la época de la Batalla del Mar de Bismarck, en marzo de 1943.Los aparatos de este Squadron estuvieron entre los participantes en ella.


Volviendo a la situación de los combates terrestres en Nueva Guinea, para los Mandos Japoneses era indispensable intentar reforzar sus tropas ante las ofensivas Aliadas si querían mantener el control de al menos buena parte de la isla, más aún si pretendían expulsar de ella a las tropas aliadas.Tras el convoy enviado en enero de 1943, y las pérdidas que había sufrido, que se consideraron asumibles, no se quería perder tiempo en lanzar otro.Los japoneses admitían ya que los ataques aéreos podrían causar graves bajas, y estimaron que incluso estas podrían llegar al 40% de los buques y aviones implicados.En conjunto, calcularon que la probabilidad de éxito de una misión así sería del 50%.Con todo, lo consideraron asumible por la necesidad de reforzar sus tropas.
La ruta que siguiese el convoy y la zona de destino también eran de vital importancia.Lo ideal era llegar hasta Lae, la zona más cercana a los combates, pero esto expondría aún más a los buques a los ataques aéreos.Si se desembarcaban más al norte, en Madang o Wewak, las tropas se enfrentarían a una agotadora marcha de centenares de kilómetros por terrenos casi impracticables en algunos sitios.Por ello el convoy se dirigiría por el norte de Nueva Bretaña hasta llegar al Estrecho de Vitiaz, donde pondría rumbo sur para llegar a Lae.Así se pretendía que los Aliados pensasen hasta el último momento que el destino final del convoy podía ser Madang o Wewak.Lo que los japoneses ignoraban, por supuesto, es que los Servicios de Inteligencia Aliados descifraban sus claves, y para mediados de febrero tenían la certeza de que el convoy se dirigiría a Lae, incluso que tenía prevista su llegada entre los días 1 al 5 de marzo.Se tenía incluso bastante certeza de la cantidad de transportes que partirían, y los vuelos de reconocimiento en esos días y los posteriores sobre la base de Rabaul confirmaban los datos.

Finalmente los japoneses decidieron embarcar a sus tropas, básicamente el grueso de la 51ª División (que originalmente se había trasladado a Rabaul con destino a Guadalcanal, pero tras el abandono de esta isla se decidió enviarla a Nueva Guinea).En total, unos 6.900 soldados.Los japoneses le dieron al convoy el sucinto nombre de Operación 81.Se asignaron a él ocho buques de transporte, siete del Ejército Imperial y uno de la Marina Imperial, el Nojima Maru de 8.126 t.Los siete buques del Ejército eran:
-Teiyo Maru de 6.870 t.
-Oigawa Maru de 6.494 t.
-Kyokusei Maru de 5.493 t.
-Sin-ai Maru de 3.793 t.
-Taimei Maru de 2.883 t.
-Aiyo Maru de 2.716 t.
-Kembu Maru de 950 t.

Todos los buques transportaban tropas, material, provisiones, armamento y munición estibados de forma que se pudiesen desembarcar lo más rápidamente posible.La excepción era el pequeño Kembu Maru, que se había cargado con combustible, tanto de aviación como de uso general.Por su parte, el transporte de la Marina Imperial, el Nojima Maru, que era el de mayor desplazamiento, también transportaba a 400 miembros de la Infantería de Marina.

La escolta de la Marina Imperial la formaban ocho destructores de la 3ª Flotilla al mando del Contraalmirante Masatomi Kimura, veteranos todos de la campaña de Guadalcanal.Eran el Shirayuki, donde iba Kimura, el Yukikaze, donde viajaba el Teniente General Hidemitsu Nakano de la 51º División, el Tokitsukake, donde se había embarcado Hatazo Adachi, Teniente General del XVIII Ejército Japonés.Los demás destructores eran el Uranami, Shikinami, Arashio, Asashio y el Shikinami.Hay que destacar que 958 soldados se habían embarcado en los destructores.



El IJN Asashio en 1937.Este destructor era el que daba nombre a su Clase, compuesta de 10 buques.Tanto este buque como su gemelo el IJN Arashio resultaron hundidos en esta batalla.


La cobertura aérea del convoy iba a depender de los aparatos basados tanto en el área de Rabaul como en Nueva Guinea.Las unidades de la Marina Imperial formaban parte de la 11ª Flota Aérea, y las componían los Grupos 204, 252 y 253.Por parte de las Fuerzas Aéreas del Ejército Imperial la cobertura la proporcionarían unidades del 1º y 11º Hiko Sentai.En un intento de reforzar las unidades, se separaron 18 cazas del Grupo Aéreo del portaaviones Zuhio para ello, y volaron desde la base de Truk para quedar basados en Kavieng, en la vecina isla de Nueva Irlanda.

El material del que disponían seguía siendo el mismo básicamente: las unidades de la Marina Imperial estaban equipadas con los Mitsubishi A6M2 y -3, mientras que las del Ejército los estaban con los Nakajima Ki-43-I y -II.Ambos modelos seguían con sus principales virtudes, la agilidad y la maniobrabilidad, y aunque en las últimas versiones, el A6M3 y el Ki-43-II se les había dotado de motores algo más potentes y cierta protección, sus debilidades en cuanto a ligereza de construcción, velocidad máxima y armamento empezaban a ser notables contra los nuevos modelos de los Aliados.Eso sin contar que buena parte de sus pilotos ya no eran tan experimentados como los que volaron hacía apenas un año, aunque por entonces todavía había un buen grupo de pilotos veteranos.En total, puede que participaran unos 100 aparatos en la cobertura del convoy en diferentes relevos.


Mitsubishi A6M3 Modelo 22, una de las primeras versiones con bordes de ala redondeados más cortos y equipada con el motor Sakae 21.Estos aparatos pertenecen al 251º Kokutai, que aunque estuvo basado en Rabaul, es posible que no llegase a participar en los combates por encontrarse destacado en Japón en marzo de 1943, pero el modelo es representativo de los que actuaron en esos días.


El embarque de las tropas tuvo lugar entre los día 23 y 27 de febrero, y los barcos zarparon en la medianoche del día 28, para navegar toda la noche esperando ser detectados lo más tarde posible.También intentaban aprovechar el tiempo borrascoso y nublado que reinaba en la zona en esos momentos, algo habitual en esas fechas.
Y consiguieron pasar desapercibidos, al menos por un tiempo.Los aviones de reconocimiento Aliados tenían serias dificultades de visibilidad debido al temporal, y no fue hasta las 15:00 horas del día 1 de marzo que un Consolidated B-24 Liberator consiguió localizar el convoy, navegando a 7 nudos por la costa norte de Nueva Bretaña.Inmediatamente despegaron 8 B-17, pero fueron incapaces de localizar el convoy entre las nubes.Para entonces empezaba aoscurecer, y se perdió totalmente el contacto con el convoy.Pero su ruta estaba bastante clara, y para el día siguiente se esperaba poder atacarlo.En prevención de la batalla que se esperaba, al amanecer del día 2 de marzo 6 Douglas Boston de la RAAF atacaron el aeródromo de Lae intentando evitar que sus cazas despegaran para proteger el convoy.Como se esperaba, a las 10:00 este fue de nuevo localizado por otro B-24.El tiempo aún era desfavorable, pero comenzaba a mejorar.De nuevo despegaron de inmediato 8 B-17, seguido poco después por otros 20 bombarderos más.Despegaron también varios Lockheed P-38, pero no lograron reunirse con ninguna de las dos formaciones de bombarderos, prueba de que las condiciones eran aún complicadas.Pero los dos grupos de B-17 si encontraron el convoy, lanzando bombas de 450 kg desde "sólo" 1.500-2.000 metros de altura.A pesar de que fueron atacados por los cazas japoneses, no sufrieron bajas, reclamando los artilleros nada menos que 5 cazas derribados y 13 dañados (seguramente unas cifras bastante exageradas).En cuanto al bombardeo, los tripulantes afirmaron haber hundido casi con total seguridad hasta tres barcos.Realmente habían hundido al transporte Kyokusei Maru y habían dañado al Teiyo Maru y al Nojima Maru, pero estos dos seguían a flote.Dos de los destructores de escolta, el Asagumo y el Yukikaze lograron sacar del agua a 950 de los 1.200 soldados que llevaba el transporte, e inmediatamente pusieron rumbo a Lae a toda velocidad para desembarcarlos, volviendo al convoy al día siguiente.Un nuevo ataque a últimas horas de la tarde por otros 11 B-17 no logró impactos directos, sólo algunos cercanos.Un solitario B-17 continuó siguiendo al convoy hasta casi el anochecer, cuando fue relevado por los Consolidated PBY Catalina de la RAAF, que mantuvieron el contacto durante la noche, hostigando a los barcos lanzando bengalas y algunas bombas.No lograron ningún impacto, pero mantuvieron a los servidores de los antiaéreos ocupados, no dejando descansar ni a los marineros ni a las tropas, además de hacer gastar a los barcos una buena cantidad de munición de los antiaéreos.
Todas estas acciones del día 2 de marzo habían concluido con un transporte hundido y varios dañados, pero entre las identificaciones erróneas de los reconocimientos, que confundieron algunos de los grandes destructores con cruceros ligeros, las excesivas reclamaciones de los pilotos y el movimiento de los dos destructores, de ida y vuelta hasta Lae, provocó que el número de integrantes del convoy se confundiera, pensando que eran más de los que realmente lo componían, algo que tuvo su repercusión más adelante, como veremos en la tercera parte.


Los ataques preventivos en los aeródromos de la zona de Lae ayudaron a que muchos aviones japoneses no pudiesen participar en la batalla.En la imagen (posiblemente algo posterior a estas fechas), un Douglas A-20 Havoc del Grupo 3º hace una pasada a ras de los árboles en uno de estos campos de Lae, con un Mitsubishi G4M en tierra.


Al amanecer del día 3 de marzo, los marineros y soldados de los buques japoneses vieron con estupor que el tiempo había mejorado bastante, y que la visibilidad iba a ser buena.Eran noticias muy malas para ellos.Por la noche el convoy había puesto rumbo sur y había atravesado el Estrecho de Vitiaz.Pero ahora, mientras rodeaban la Península de Huon, los barcos estaban al alcance de los bimotores de ataque.Y no tardaron en llegar.
Los primeros, cuando estaba amaneciendo y la bruma matinal impedía la visión clara, fueron los ocho torpederos Bristol Beaufort disponibles del Sqn Nº100 de la RAAF basados en Milne Bay, pero esas nubes bajas consiguieron que sólo dos de los aparatos encontrasen en convoy.Aunque lograron lanzar sus torpedos, no lograron ningún impacto.Para entonces, unos 90 aviones habían despegado de los aeródromos de Port Moresby hacia el convoy, mientras que otros 22 Douglas Boston de la RAAF atacaban de nuevo los aeródromos de Lae para evitar que sus cazas pudieran dar cobertura al convoy.Los ataques de estos bimotores continuaron de forma intermitente durante todo el día, manteniendo la presión sobre los aeródromos japoneses.

Sobre las 10:00 comenzó el auténtico carrusel de ataques.Primero aparecieron a unos 2.100 metros trece B-17 que lanzaron bombas de 450 kg, seguidos casi de inmediato por un grupo de B-25 Mitchell "sin modificar", que realizaron un bombardeo convencional a una altura de entre los 900 y los 2.000 metros.No se consiguieron impactos directos, pero estos dos ataques casi simúltáneos tuvieron su repercusión en los acontecimientos que iban a producirse a continuación: primero, dispersaron el convoy, por lo que eliminaban la posibilidad de apoyo mutuo y concentrado de los antiaéreos, y segundo, llevaron a la escolta de caza japonesa (alrededor de unos 30 aparatos) a subir a su altura para repelerlos, por lo que en ese momento la cota baja estaba libre de cazas.Cuando los cazas japoneses subieron hasta la altura de los B-17 se encontraron con los P-38 de escolta, que en esta ocasión si se habían reunido con los bombarderos, y entablaron combate con ellos.
Esta oleada de ataques tuvo además otra importanterepercusión, no ya en el ataque al convoy propiamente dicho, sino tras los combates principales.Y es que finalmente un grupo de Zeke consiguieron atacar a los B-17.Sólo uno de los cuatrimotores resultó bastante dañado, tanto que tuvo que lanzar sus bombas apresuradamente.Se produjo un incendio a bordo, el avión tuvo que salir de la formación y empezó a caer.Era el B-17F-1 BO "Ka-Puhio-Wela" (Double Trouble) Nº41-24356, pilotado por el Teniente Woodrow W. Moore, que logró mantener el avión en vuelo lo suficiente para que al menos siete tripulantes se lanzasen en paracaídas.A unos 300 metros de altura el avión se partió en dos y cayó sin control al agua con los otros tres miembros restantes de la tripulación.De los que saltaron en paracaídas, uno no logró abrirlo, cayendo al mar.Y los seis restantes, mientras descendían fueron (según muchos relatos de testigos) ametrallados por al menos cinco Zeke, que bajaron hasta el nivel del mar para continuar ametrallando a los que habían llegado al agua, así como a los restos del avión.Inmediatamente varios P-38 que observaron la escena se lanzaron en busca de los Zeke entablando combate con ellos a baja altura y a velocidad reducida.Era una mala situación para los P-38, que aunque lograron derribar a tres Zeke, sufrieron el mismo número de pérdidas.
Pero el relato del ametrallamiento de los paracaidistas en el aire y en el agua corrió como la pólvora entre las tropas Aliadas.Como veremos, esto tuvo sus consecuencias.


La imagen es de muy baja calidad, pero en ella podemos ver al Boeing B-17F  "Ka-Puhio-Wela" momentos después de ser alcanzado por los Mitsubishi A6M, apreciándose el destello de un incendio a través de la ventanilla del compartimiento del operador de radio.Se aprecia que lleva la compuerta de bombas abierta.Momentos después se precipitó al mar, y los supervivientes que saltaron en paracaídas fueron ametrallados mientras descendían y una vez en el agua.


Volviendo al ataque al convoy, este ahora se encontraba disperso.Inmediatamente después de esta primeras acciones llegaron 13 Bristol Beaufighter del Sqn Nº30 de la RAAF volando casi a ras del mar.Varios capitanes de los barcos japoneses los confundieron con Beaufort que se preparaban para atacar con torpedos, y pusieron proa a ellos en un intento de ofrecer el menor ángulo posible a los torpedos.Los pilotos de los Beaufighter no creían la suerte que tenían.Casi liberados del ataque de los cazas, que estaban en cotas más altas persiguiendo y luchando contra los B-17, B-25 y los P-38, veían como gran parte de la flota les ofrecía la proa, por lo que la cantidad de armas antiaéreas que les apuntaban era menor que si estuviesen de costado, y además, les venía "como anillo al dedo" para su misión, que no era otra que ametrallar las cubiertas de los barcos para suprimir los antiaéreos y causar el mayor número posible de bajas entre los miembros de las tripulaciones.Y estaban bien preparados para ello, ya que si los B-25 modificados de la 5ª Fuerza Aérea tenían una gran potencia de fuego, los Beaufighter, armados con 6 ametralladoras de 7,7 mm en las alas y cuatro cañones Hispano de 20 mm en el morro no se quedaban atrás.El fuego concentrado de la batería de los cuatro cañones del morro podía ser devastador ante barcos sin blindaje como los transportes, incluso contra los ligeramente blindados destructores.A velocidad máxima, unos 420 km/h, los atacantes se elevaron lo justo para rastrillar de proa a popa a los barcos japoneses.Los cañones de 20 mm atravesaban las estructuras y mataban a todo el que tuviese la poca fortuna de cruzarse con uno de los proyectiles, hacían explotar la munición y los depósitos y barriles de combustible, mientras que las seis ametralladoras de 7,7 mm barrían a todo el personal que no estuviese a cubierto.Pronto los AA quedaron prácticamente silenciados, ya fuese por haber sido destruidos, por haber muerto sus servidores o simplemente por que éstos buscaron refugio ante el vendaval de proyectiles que les llegaba.Fue uno de los ataques de ametrallamiento más eficaces, terribles y sangrientos de la Guerra: las cubiertas de algunos de los barcos estaban llenas de soldados, indefensos ante los proyectiles.
Siguieron dando pasadas hasta agotar la munición.Cuando acabaron, la RAAF radión un esqueto mensaje: "los servidores de los AA han sido eliminados junto con sus armas, y las cargas de las cubiertas han estallado".


Dos imágenes de los Bristol Beaufighter: arriba, el A19-15 / O, un Mk Ic del Sqn Nº 30 de la RAAF, regresa a su base tras la acción del día 3 de marzo.Abajo, una panorámica de los buques japoneses tras la pasada de ametrallamiento de los Beaufighter.Se observa como la mayoría de ellos están ardiendo.


Justo entonces llegaban los B-25 en dos grupos, uno a media altura y otro a ras del agua, y observaron el final de los ataques de los Beaufighter.Uno de los tripulantes de los B-25, el copiloto Garret Middlebrook, comentó posteriormente como vio el ametrallamiento: en su relato, comenta que mientras se acercaban a los buques, veía como de ellos saltaban por los aires por todas partes entre explosiones "pequeños palos o astillas", que se retorcían y caían al aire.Al acercarse con su avión, se dio cuenta de que lo que veía eran personas que salían despedidas de los barcos, como "astillas en un torbellino que caían al agua".

Y ahora era su turno.El destructor Shirayuki, con el Contraalmirante Kimura a bordo, fue el primero en sucumbir a las bombas, y sus supervivientes fueron recogidos por el Shikinami.Después le tocó el turno al destructor Tokitsukaze, cuyos supervivientes fueron recogidos por el Yukikaze.El siguiente fue el destructor Arashio, que perdió el control y embistió al transporte Nojima Maru, y ambos barcos tuvieron que ser abandonados.Minutos después llegaban otros catorce B-25, que continuaron machacando a los buques dispersos.Cuando se retiraron, los siete transportes que quedaban estaban tocados en mayor o menor medida, la mayoría de ellos prácticamente parados en el agua y algunos comenzando a hundirse.Estas dos oleadas de los B-25 estuvieron entre los ataques más devastadores de la Guerra.Dejaron tres destructores hundidos y siete transportes a punto de sucumbir.
Ya entrada la tarde, los ataques dejaron de ser coordinados.Los barcos estaban casi indefensos, y sólo faltaba rematarlos.Los aviones disponibles iban llegando en pequeños grupos.A los B-25 se unieron algunos A-20 Havoc de la 5ª FA, así como algunos Douglas Boston y Bristol Beaufighter de la RAAF.Seis de los transportes acabaron bajo las olas, mientras que los destructores restantes intentaban sacar del agua a todos los hombres que podían, ya entrada la noche.Cuatro de ellos pusieron rumbo a Rabaul lo más rápido que pudieron (Shikinami, Yukikaze, Uranami y Asagumo) acompañados por el destructor Hatsuyuki que había llegado desde Rabaul en su ayuda.El capitán del Asashio decidió permanecer en la zona para intentar recuperar a los hombres a bordo del Arashio, que se hundía lentamente.


Gran parte de los B-25 Mitchell atacaron a un nivel muy bajo, como se ve en la imagen, donde dos aparatos están acosando a un transporte japonés.El ataque de los B-25 fue devastador: atacando en diferentes grupos, unos lanzaron las bombas desde cotas medias, otros usaron la técnica del rebote, pero los más efectivos fueron los ataques "a la altura del mástil".


Tras los ataques coordinados, aviones de varios modelos se lanzaron a rematar a los buques, como muestra esta imagen de un Douglas A-20 Havoc rozando los mástiles de un transporte japonés.


Por la noche fueron atacados por las lanchas PT estadounidenses.Encontraron en llamas pero aún a flote a uno de los transportes, el Oigawa Maru, al que remataron con torpedos.Cuando amanecía, sólo el destructor Asashio estaba a flote en la zona, ya que había estado recogiendo supervivientes.De poco les sirvió, porque un nuevo ataque de los B-17 le endosó una bomba de 227 kg y lo mandó a pique.
El convoy había sido eliminado por completo: los ocho transportes estaban hundidos, así como cuatro de los ocho destructores que inicialmente los escoltaban.Ahora el mar estaba lleno de soldados y marineros japoneses intentando no ahogarse, algunos agrupados en botes salvavidas, otros flotando en grupos en el mar, y muchos más en solitario.

En las bases aéreas aliadas, los pilotos celebraban esta espectacular victoria.Sólo 1.200 tropas habían logrado llegar a Lae, y lo habían hecho como supervivientes de naufragios, por lo que llegaban prácticamente con lo puesto, sin equipo ninguno, así que no serían un refuerzo muy bueno para las tropas de Nueva Guinea.El resto había dado la vuelta hasta Rabaul en los destructores que se salvaron, pero la gran mayoría estaban o bien muertos o flotando precariamente en el mar.Entonces llegó hasta los pilotos una orden inesperada: debían volver a sus aviones para peinar la zona de los combates en el Golfo de Huon y ametrallar a todos los supervivientes que viesen en el agua.

La acción principal de la batalla había concluido, pero las secuelas serían aún duraderas.Veremos esto en el próximo (y último) capítulo.


Un destructor japonés, a toda máquina, intentando escapar del ataque de un B-25.No sólo los lentos transportes fueron blanco de los aviones, incluso los rápidos y ágiles destructores sufrieron el 50% de bajas durante la batalla.

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