Batalla del Mar de Bismarck (III)
Para el mediodía del 4 de marzo de 1943 la derrota japonesa era total.Resumiendo, las pérdidas fueron de ocho transportes y cuatro destructores.Del total aproximado de casi 7.000 tropas embarcadas, alrededor de 1.200 habían llegado a Lae, como ya dijimos, en condicion de náufragos, rescatados por los destructores.Otros 2.700 soldados fueron devueltos a Rabaul por los destructores supervivientes.Todas estas cifras son, por supuesto, algo imprecisas, pero nos dan una idea del desastre, ya que indican que al menos unos 3.100 hombres se habían perdido.
De ellos, se calcula que el día 4 de marzo podría haber unos 1.000 flotando en el mar en balsas y botes salvavidas, intentando llegar a alguna costa cercana o al menos mantenerse a flota para ser rescatados.Pero los mandos aliados no estaban por la labor.En una decisión bastante discutida, se ordenó a los pilotos que patrullasen la zona de combates y que eliminaran a los supervivientes.Se argumentó que estas tropas finalmente llegarían, o bien a Nueva Guinea, donde reforzarían a las allí existentes, o serían devueltas a Rabaul, donde se reorganizarían y podrían seguir luchando.Sin embargo, no se descarta que la decisión se tomara como represalia ante el ametrallamiento de los tripulantes aliados que caían al mar, como había sucedido poco antes con el Boeing B-17F "Ka-Puhio-Wela", una acción de la que fueron testigos muchos otros aviadores de los EEUU.
Dos imágenes del Boeing B-17F-1-BO (41-24356) "Ka-Puhio-Wela" (Double Trouble).Arriba, estacionado en el aeródromo de Mareeba, y abajo, los miembros de la tripulación posan sobre una de las alas el día 28 de febrero de 1942.Sólo tres días después, los diez aviadores estaban muertos.
Una acción de este tipo, la de salir a matar a los náufragos, evidentemente tuvo una acogida muy dispar entre los pilotos.Muchos de ellos se sintieron bastante mal, incluso algunos alegaron sentirse enfermos.Otros, sin embargo, lo veían de otra manera.Un piloto de los Beaufighter comentaba que "cada enemigo que consiguieran que no llegase a tierra era un enemigo menos para sus colegas del Ejército".Otros lo tenían igual de claro: Gordon R.Manuel era uno de los tripulantes de un B-17 que participó en el ataque donde derribaron al "Ka-Puhio-Wela", siendo testigo de lo que pasó.Posteriormente relataba que "una vez que el bombardero fue alcanzado, los demás cazas aparecieron como buitres tras él.No atacaron a las demás Fortalezas, se centraron en los hombres que bajaban en paracaídas, matándolos.Sentí escalofríos, y me dije a mis mismo que eso era todo, que ahora sabía contra quién luchábamos: contra bestias, no contra hombres".
No sólo los aviones se dedicaron a matar supervivientes, las lanchas rápidas PT también se unieron a la cacería.Es imposible saber el número de japoneses que murieron por estas acciones, pero fácilmente alcanzarían varias centenas.
Algunos de los náufragos fueron recogidos posteriormente por varios sumergibles.Se calcula que entre el I-17 y el I-26 lograron rescatar a unos 224 hombres.Grupos de hombres a la deriva arribaron a diferentes costas en los días siguientes, generalmente para ser capturados o muertos.Hasta Kiriwina llegó un grupo de 18 hombres, que fueron capturados por la lancha rápida PT-114.Hubo un grupo que llegó nada menos que a Guadalcanal, donde fueron muertos por una patrulla estadounidense.Hasta la Isla de Goodenough llegaron la mayor parte de los náufragos.Los soldados australianos de ese sector (47º Batallón de Infantería) mataron a 80 de ellos, y capturaron a unos 42.Entre los capturados, que habían llegado en unos botes, encontraron unos documentos con una lista de todos los mandos del Ejército Japonés así como de las unidades que lo componían, o sea, un orden de batalla completo, tanto, que muchas de las unidades que se nombraban eran desconocidas para los Servicios de Inteligencia Aliados hasta ese momento.Sin duda un hallazgo valiosísimo, y un descuido mayúsculo por parte de los soldados japoneses por no haberlo destruido.Ahora, cualquier mención a cualquier mando del Ejército que se captase por la radio podría se relacionado con una unidad concreta.
Como anécdota, un tanto macabra, el Alto Mando Japonés lanzó un comunicado dos semanas después de la batalla indicando que todos los soldados japoneses debían de aprender a nadar (!!).
Estratégicamente, la derrota supuso el fin de las pretensiones japonesas de controlar Nueva Guinea, y con ello, la crucial Port Moresby.Aunque la lucha en la isla continuaría hasta casi el final de la Guerra, la amenaza sobre Australia había desaparecido totalmente.Los japoneses desistieron de enviar refuerzos a Lae de forma directa, ya que estaba claro que el tráfico marítimo hasta allí estaba prohibido.A partir de entonces, los refuerzos llegarían en sumergibles o destructores hasta la costa norte, a Madang, Wewak o puntos de la Bahía de Hansa, para ir trasladándose bien por tierra o en barcazas más hacia el sur.Pero la ruta terrestre era cuanto menos muy complicada, y el creciente poderío aéreo aliado hacía cada vez más complicados los movimientos costeros, incluso de barcazas o de navíos rápidos como los destructores.
Como ejemplo del pensamiento de ambos bandos tras la batalla, Masatake Okumiya, el Oficial al mando del personal en Rabaul comentó después que "nuestras pérdidas en la batalla fueron fantásticas.Durante la Campaña de Guadalcanal nunca sufrimos un golpe similar, y ahora sabíamos que no podíamos mandar ningún transporte de tropas, ni siquiera un rápido destructor al este de Wewak".Por su parte, el General Douglas MacArthur llegó a comentar en 1945 que la batalla había sido el "compromiso aéreo decisivo" del Pacífico Suroccidental.
Sorprendentemente, las pérdidas en cuanto a aviones fueron bastante contenidas.Los Aliados perdieron tan sólo un Boeing B-17 y tres Lockheed P-38 Lightning en los combates, más un North American B-25 Mitchell y un Bristol Beaufighter en accidentes al aterrizar.Las bajas japoneses son mucho más difíciles de precisar, pero como máximo, se cree que perdieron unos veinte cazas en los combates, más un número indeterminado de aviones en tierra durante los ataques preventivos a los aeródromos de Lae.
En mi opinión, esto se debió a varios factores.El principal, repito según mi opinión, fue la escasa protección aérea que los japoneses brindaron a su convoy, acentuada por la bisoñez de la mayoría de sus pilotos.También hay que tener en cuenta que los modelos de cazas japoneses implicados en la batalla, básicamente los Zero/Zeke y los Oscar, daban muestras inequívocas de su obsolescencia.Su escaso armamento (sobre todo en los Oscar) hacía difícil el causar un daño significativo a los cada vez mejor armados y protegidos aviones aliados.Seguían siendo letales en los combates evolucionantes, como demuestra el hecho de los tres P-38 derribados en uno de ellos a poca altura, pero los pilotos aliados cada vez caían menos en esa trampa.Derribar un B-17 con un par de ametralladoras, como el caso del Oscar, o sencillamente alcanzar y derribar a los relativamente rápidos bombarderos y aviones de ataque bimotores aliados era cada vez más difícil.
Otro motivo del escaso bagaje de la aviación japonesa durante la batalla fue la poca acertada idea de realizar un raid contra los campos de aterrizaje aliados en el área de Buna el día 4 de marzo, en plena batalla en el mar.Los japoneses intentaron con esta ataque eliminar en tierra a los aparatos aliados, pero apenas consiguieron nada, ya que las bases desde donde partían los cazas y bombarderos aliados eran las de la zona de Milne Bay y Port Moresby.El propio General Kenney se mofaba, literalmente, de este banal ataque, comentando que más les hubiese valido a los japoneses utilizar esos aviones para escoltar el convoy.
El Capitán Robert L. Faurot, del 39ª FS, posa junto a su P-38 el día 20 de enero de 1943.Faurot fue uno de los tres pilotos de los Lightning que resultaron derribados y muertos en los combates del día 3 de marzo, cuando intentaban derribar a los Zero que ametrallaban a los supervivientes del "Ka-Puhio-Wela".Faurot tenía una de las anécdotas más curiosas de la 5ª Fuerza Aérea: cuando a finales del verano de 1942 la 5ª FA comenzó a recibir los ansiados P-38, el General Kenney prometió la Medalla del Aire al primer piloto de los P-38 que derribase un aparato japonés.A finales de noviembre, cinco P-38, entre ellos uno pilotado por Faurot, despegaron de Port Moresby, cada uno equipado con dos bombas de 227 kg para atacar el aeródromo de Lae, en una acción de apoyo a las tropas de tierra australianas.Al llegar al aeródromo, Faurot vio como un Zero iniciaba el despegue, y preparándose para combatir con él, se acordó de que aún llevaba las dos bombas suspendidas.Inmediatamente se liberó de ellas para mejorar su maniobrabilidad, y cayeron justo en la orilla del mar.Las enormes salpicaduras de agua que produjeron llegaron hasta la pista, que corría paralela al mar justo a su lado, y envolvieron al Zero, que cayó al mar, resultando destruido.Aunque por accidente, Faurot reclamó su premio, y Kenney declaró jocosamente que "quiero que los echen abajo a tiros, no con rociones de agua".
Los pilotos japoneses cada vez tenían más difícil derribar a los bombarderos aliados.En esta imagen, perteneciente a una famosa secuencia sobre Nueva Guinea, un Oscar persigue de forma infructuosa a un B-25, al que finalmente tiene que dejar continuar sin poder derribarlo.
Las consecuencias de la batalla fueron más allá.Alarmados por el creciente poder aéreo aliado, los mandos japoneses, con el Almirante Yamamoto al frente, planificaron la ofensiva aérea conocida como Operación I-Go, en un intento por devolver el control aéreo de la zona de Nueva Guinea y las Salomón a su poder.La operación fue un rotundo fracaso, perdiendo los nipones muchos más aviones que los aliados.Pero los oficiales locales japoneses, siguiendo la costumbre que mantuvieron durante toda la Guerra, exageraron tanto las supuestas victorias que el propio Yamamoto ordenó a mediados de abril suspender los ataques, pensando que la mayor parte del objetivo de la operación se había logrado.Poco después, el Almirante caía víctima del poder aéreo aliado, ese mismo poder que presuntamente habían logrado detener.
Por parte de los Aliados, la gran victoria que sin duda obtuvieron quedó un tanto emborronada por las declaraciones realizadas tanto por MacArthur como por Kenney.En ellas se afirmaba que se habían hundido doce transportes, tres cruceros ligeros y siete destructores, además de unos 102 aviones y hasta 15.000 soldados japoneses.Esta enorme disparidad de cifras con las que posteriormente se declararon (la propia sede de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos en Washington dijo en el verano del 43 que las evidencias eran de que el convoy no lo formaron más de 16 barcos) puede deberse a varios factores: la tendencia de los propios aviadores a exagerar el número de barcos implicados, lo complicado de los reconocimientos de las primeras horas desde la salida del convoy, la ida y venida de varios destructores llevando náufragos, y la propia confusión de los combates, donde algunos aviadores declaraban que habían dejado barcos hundiéndose, pero que al llegar las sucesivas oleadas aún estaban a flote, por lo que pensaban que en realidad eran otros buques a los que atacaban.
Visto de otra forma, también se argumenta que era simplemente otra manera por parte del General MacArthur de darse notoriedad y poder presionar con ello al Estado Mayor para obtener más refuerzos y, tal vez lo más importante para él, que la dirección global del ataque Aliado fuese en su terreno de influencia: ya sabemos, las Filipinas como objetivo primordial antes de atacar el propio Japón.
Quizá lo peor del informe de MacArthur y Kenney no fue el de dar estas cifras exageradas, algo que se puede considerar, hasta cierto punto, comprensible para sus intereses, si no el hecho de que no se hizo mención a la participación de la RAAF en los combates, atribuyéndose por completo el mérito a las Fuerzas Aéreas Estadounidenses.Por descontado, esto no fue del agrado de los miembros de la RAAF, que dentro de sus posibilidades, verdaderamente si que habían contribuido de forma decisiva en la batalla.
La acción de los Beaufighter de la RAAF quedó bien registrada, ya que en uno de ellos viajaba el fotógrafo australiano Damien Parer, que posteriormente publicaría un documental llamado "The Bismarck Convoy Smashed", con dramáticas imágenes de la batalla.Damian Parer resultó muerto por disparos japoneses durante la batalla de las Isla Peleliu.En la imagen, el Teniente Ron Uren, Sqn Nº30 de la RAAF, toma un trago de agua de su cantimplora momentos después de atacar el convoy.La imagen es un fotograma de la película de Daren, que viajaba con él.
Fuentes:
-Grandes Épocas de la Aviación Nº23: "América y la Aviación Militar I".Editorial Time-Life/Folio.
-La Segunda Guerra Mundial Nº31: "La Lucha en las Islas I".Editorial Time-Life/Folio.
-Enciclopedia Ilustrad de la Aviación, Editorial Delata, Tomo 12:
-https://www.ibiblio.org/hyperwar/AAF/IV/AAF-IV-5.html
-http://www.battleforaustralia.org.au/BABismarkSea.php
-https://en.wikipedia.org/wiki/Battle_of_the_Bismarck_Sea
-http://www.combinedfleet.com/bismksea.htm
-https://www.pacificwrecks.com/aircraft/b-17/41-24356.html
-https://www.navyhistory.org.au/battle-of-the-bismark-sea/
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