Midway: el cuarto portaaviones (VI)
MIDWAY CONTRAATACA CON TORPEDEROS
Después de que sonara la alerta por ataque aéreo en Midway todos los efectivos que aún no habían despegado se pusieron en marcha, mientras que a la formación de Boeing B-17E Flying Fortress del Teniente Coronel Walter C. Sweeney, que ya llevaba más de una hora de vuelo, se le ordenaba por radio que se olvidase de los transportes y se dirigiese a bombardear los portaaviones.
Una variopinta mezcla de aviones de ataque despegó de Midway pocos minutos después de las 06:00 horas. Los mandos de la isla lanzaban todo lo que tenían: cuatro Martin B-26 Marauder de la USAAF, seis Grumman TBF Avenger de la Us Navy y dieciséis Douglas SBD Dauntless y once Vought SB2U Vindicator de los Marines. Pocas veces estas tres ramas de las Fuerzas Armadas coincidieron en un esfuerzo conjunto casi a la desesperada. Lo de "conjunto" es más bien un decir, porque realmente no había ningún tipo de plan coordinado entre ellos. Las órdenes eran sencillas: buscar y atacar los portaaviones japoneses.
Los primeros en despegar fueron los seis Grumman TBF al mando del Teniente Langdon K. Fieberling seguidos inmediatamente por los cuatro Martin B-26 al mando del Capitán James Collins. Estos diez aparatos iban a realizar un ataque de torpedos, y cada uno iba armado con un sólo Mk 13 de dudosa efectividad. Ninguna de estas diez tripulaciones había entrado nunca en combate, ni siquiera habían llegado a realizar un entrenamiento real lanzando uno de esos torpedos. Ahora, sin ningún tipo de escolta, se dirigían a atacar a los cuatro portaaviones de Nagumo. Hasta entonces, estos cuatro portaaviones apenas habían sufrido algún tipo de ataque aéreo reseñable, aparte de un ligero "amago" por parte de algunos Bristol Blenheim británicos durante la incursión en el Océano Índico (recordemos que no estuvieron en la Batalla del Mar del Coral).
Los dos grupos fueron localizados a las 07:05 y desde el Akagi daba la impresión de que se proponían atacar desde ambas bandas de la escuadra. Alrededor de 30 cazas A6M Zero comenzaron a hostigarlos, seguramente sorprendidos por los modelos norteamericanos, ya que era la primera vez que se encontraban con ellos. Más sorprendidos aún quedarían ante su capacidad defensiva porque al poco de situarse tras ellos un A6M fue derribado posiblemente por los artilleros de los B-26, así como por la resistencia de los aparatos a los disparos, lo que los obligó a cerrar distancias y utilizar los cañones de 20 mm. La lluvia de fuego comenzó a hacer estragos entre los norteamericanos: unos de los B-26 y tres TBF cayeron antes de poder lanzar sus torpedos, perdiéndose todos sus tripulantes.
Los que quedaban siguieron adelante entre el torrente de fuego antiaéreo y de los cazas, que los persiguieron entre los disparos de sus buques. Dos TBF consiguieron enfilar al portaaviones Hiryu y lanzaron sus torpedos, siendo derribados inmediatamente después. Quedaba un sólo TBF, el pilotado por el Alférez Albert K. Earnest, al que habían alcanzado varias veces, matando a su artillero Jay D. Manning e hiriendo y dejando inconsciente al operador de radio Harry Ferrier. Con los controles del avión destrozados, Earnest se las arregló para dirigir el aparato sólo con las aletas de compensación de los timones y enfilar al crucero ligero Nagara soltando su torpedo. Tanto el Hiryu como el Nagara evitaron los torpedos sin mayores problemas.
Mientras, el Alférez Earnest fue perseguido brevemente por los A6M, hasta que por algún motivo lo dejaron marchar. Con el avión casi ingobernable, puso rumbo "más o menos" hacia Midway, con la esperanza de poder llegar. Durante el regreso Harry Ferrier recuperó la conciencia, y finalmente las grandes columnas de humo de los depósitos de combustible en llamas de Midway le sirvieron de referencia para llegar, logrando aterrizar con una sola rueda desplegada. Earnest y Ferrier fueron los únicos supervivientes de los 18 tripulantes de los TBF del VT-8. Sus otros dieciséis compañeros, incluido su Comandante en esa misión, el Teniente Fieberling, estaban muertos.
Mientras, los tres B-26 restantes enfilaron nada menos que al Akagi, con el Vicealmirante Nagumo y su Plana Mayor a bordo. Mientras bajaban a la altura prevista y lanzaban sus torpedos siguieron siendo acribillados por los A6M, pero a pesar de sus posibles defectos, el Marauder demostró que no era sencillo de derribar. Maniobrando a toda máquina el portaaviones consiguió eludir los torpedos. Uno de los B-26, al mando del Teniente Herbert Mayes, no se sabrá nunca si deliberadamente o porque los graves daños lo habían dejado fuera de control, o porque Mayes estaba inconsciente o muerto, se precipitó contra la torre de mando del Akagi, fallando por escasos metros y estrellándose luego en el mar. Sin duda, si el B-26 hubiese impactado en la torre pocos allí hubiesen sobrevivido, y recordemos que allí estaba Nagumo.
Otro de los B-26, pilotado por el Teniente James Muri, se encontró con que una vez lanzado su torpedo y tras las maniobras evasivas del Akagi podía pasar zumbando sobre su cubierta de vuelo, ocasión que aprovechó para ametrallar el buque, matando a dos tripulantes y dañando uno de los cañones antiaéreos y una de las antenas de transmisión. Tras ello, tanto Muri como el líder de la formación el Capitán Collins pusieron rumbo a Midway con su aparatos muy dañados. Tras la Batalla, al avión de Muri se le contabilizaron unos 500 (!) impactos de bala.
El resultado del ataque torpedero desde Midway fue de cero impactos. El único daño ocasionado a la Flota Japonesa fue el ametrallamiento del Akagi. Por su parte, habían sido derribados siete de los diez aviones implicados, con todas las tripulaciones perdidas, además de un fallecido en el único TBF que regresó y varios heridos entre los demás supervivientes. Los tres aviones que regresaron estaban tan dañados que eran irrecuperables, por lo que toda la fuerza de torpederos con base en la isla había sido eliminada.
A todo esto, los japoneses estaban algo confusos. A muchos de ellos les resultó algo chocante que tras años de adoctrinamiento en el escaso valor en combate de los estadounidenses, de pronto diez de sus aviones se lanzaran a una carrera prácticamente suicida sin cobertura de cazas de escolta para torpedear sus buques, y que a pesar del castigo que estaban recibiendo, no cejasen en su ataque. Para el Vicealmirante Nagumo, los acontecimientos empezaban a crearle serias dudas: justo antes de este ataque acababa de recibir el mensaje de Tomonaga para que la isla fuese de nuevo atacada en una segunda ola. Ahora, aunque habían eludido el ataque torpedero, veía a los aviones con base en tierra como una amenaza muy real. Recordemos que desconocía la fuerza total de aviones de Midway. Sabía que habían derribado muchos de sus cazas y que acababan de derribar varios torpederos, pero desconocía que, tantos unos como otros, estaban ya fuera de combate. A las 07:15, justo tras el ataque de los B-26 y los TBF, Nagumo ordenaba, prácticamente en contra de las órdenes del Almirante Yamamoto, que todos sus bombarderos de reserva fuesen equipados con bombas de contacto para un segundo ataque sobre Midway.
Pero hubo un par de problemas: el primero es que 15 minutos después, a las 07:30, el hidroavión Aichi E-13A de exploración del crucero pesado Tone, que había partido con retraso, informó de la presencia en su sector de búsqueda de "naves enemigas", pero sin identificarlas. El otro problema era que la formación de Tomonaga estaba llegando a la Flota, con los depósitos de sus aviones vaciándose y con varios de ellos averiados, por lo que era imprescindible recuperarlos. Sin conocer con exactitud que tipo de barcos había detectado el hidroavión del Tone, el Vicealmirante Nagumo cada vez estaba más dudoso de lo que debía hacer. Pero lo cierto es que hasta ese momento los únicos ataques recibidos provenían de Midway, y lo que es más, a las 07:55 de nuevo los vigías japoneses daban la alarma: bombarderos en picado se aproximaban a la Flota. Era el turno de ataque para los Marines. Lo dejamos para la siguiente entrega.
El Teniente James Muri (segundo por la izquierda de la primera fila) posa junto a su tripulación con el Martin B-26 Marauder "Susie-Q". Con su avión casi destrozado lograron alcanzar Midway, y le permitieron arrancar la parte del fuselaje con el nombre del avión para recuerdo antes de desechar el bombardero.
Fuentes:
Sólo una mínima corrección (aunque estrictamente no tiene que ver con Midway). El ataque contra los portaaviones japoneses en el índico lo realizaron bombarderos Bristol Blenheim, no Beaufighter.
ResponderEliminarPues muchas gracias por la corrección, amable lector. Por supuesto está usted en lo cierto: el 9 de abril un grupo de 9 Bristol Blenheim del No. 11 Sqn atacaron al parecer al Akagi, aunque no consiguieron alcanzarlo, siendo derribados algunos de ellos posteriormente. Y el caso es que conocía este asunto, ya que tengo algún borrador medio escrito sobre el raid de Nagumo en el Índico, pero creo que estaría pensando en torpederos y "se me fue el santo al cielo". Paso de inmediato a rectificarlo. Muchas gracias!!
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