Big Week (I)
Tras el martirio de Schweinfurt los comandantes de la 8ª Fuerza Aérea se dieron cuenta por fin de que los bombardeos en profundidad sobre territorio alemán sin escolta de cazas no eran viables. Tras detener temporalmente estas misiones, centrándose en objetivos más cercanos donde los bombarderos pudiesen ir acompañados de los cazas, se hizo evidente que esto sólo era una solución provisional: era necesario golpear las ciudades más al interior para destruir sus centros industriales. Más aún, si se quería conseguir la supremacía aérea definitiva para la pretendida invasión del continente al año siguiente, era imprescindible derrotar por completo a la Lufwaffe.
A pesar de que se habían detenido casi en su totalidad las misiones estratégicas de largo alcance, los meses siguientes a la misión de Schweinfurt del 14 de octubre de 1943 se aprovecharon para reorganizarse: las dotaciones de Grupos de Bombardeo fueron creciendo en número, se producirían varios cambios en la cadena de mando y sobre todo, se trabajaría todo lo posible para dotar a los cazas de la autonomía necesaria para escoltar a los bombarderos. El creciente poderío de la 8º Fuerza Aérea se comenzaba a dejar ver aunque sólo fuese en misiones donde pudiesen ser escoltados por los cazas. Entre noviembre y diciembre se realizaron grandes incursiones sobre sitios tan dispares como Wilhelmshaven, Bremen, París o Münster. En general, los resultados de estos ataques fueron poco efectivos debido al recurrente mal tiempo reinante en todo el Noroeste de Europa, pero la fuerte escolta de caza mantuvo a raya a los cazas alemanes y las pérdidas de bombarderos se redujeron significativamente.
El fortalecimiento de los Grupos de Bombardeo era, quizá, la parte más "fácil", ya que la industria aeronáutica estadounidense ya estaba alcanzando unas dimensiones de producción impresionantes tanto de los Boeing B-17 Flying Fortress como de los Consolidated B-24 Liberator, que ya estaban dando frutos y que en los meses siguientes alcanzaría cotas extraordinarias. Además, los aparatos de refresco que iban llegando eran de las versiones B-17G y B-24H que introducían, entre otras mejoras, nuevas torretas en el morro con ametralladoras dobles de 12,7 mm que eran mucho más efectivas que las individuales manuales de las versiones anteriores. El aumento del radio de acción de los cazas era otro cantar, pero también se estaba mejorando: el caza principal estadounidense en el teatro era en esos momentos, con gran diferencia, el Republic P-47 Thunderbolt. En los últimos meses de 1943 comenzó a llegar a la zona el nuevo P-47D-11RE, el primer modelo que incorporaba de serie la inyección de agua-metanol para su Pratt & Whitney R-2800-63, lo que le proporcionaba un máximo de hasta 2.300 hp en condiciones de emergencia. Poco después se les incorporaba una nueva hélice Curtiss-Electric de palas más anchas para aprovechar mejor la potencia en grandes altitudes. Estos nuevos aparatos comenzaban a llegar en grandes cantidades, pero además esta novedades se les incorporaban a muchos de los modelos anteriores que ya estaban en Gran Bretaña. Gracias a estas novedades el P-47 alcanzaba los 690 km/h a 9.145 metros de altura, y tras resolver algunos problemas iniciales con el paso de la hélice, se mejoró la aceleración, la trepada y las prestaciones generales por debajo de los 4.570 metros, por lo que eran cada vez rivales más peligrosos para los cazas alemanes en cualquier cota. Pero lo más importante es que se realizó un gran trabajo logístico para poder modificar la estructura alar de los P-47 para poder alojar en las alas y bajo el fuselaje soportes para depósitos extra de combustible, en principio de 109 litros y posteriormente de 284, 409 y de hasta 568 litros.
El otro caza en servicio para misiones de escolta era el Lockheed P-38 Lightning en sus variantes mejoradas -H y -J con los motores Allison V-1710-89/91 de 1.425 hp, con turbocompresores y radiadores mejorados y con nuevos depósitos externos de gran capacidad que le daban un radio de combate muy superior al P-47, siendo capaces de llegar con ellos prácticamente hasta la altura de Berlín. Sin embargo continuaban los problemas de funcionamiento de este binomio motor-sobrecompresor y la disponibilidad de estos aparatos era bastante escasa, por lo que aunque consiguieron buenos resultados en acciones puntuales, estaban lejos del gran rendimiento que tenía el modelo en el Teatro del Mediterráneo o del Pacífico.
Sin duda el modelo más esperado era el nuevo North American P-51B-1NA Mustang con motor Packard -Merlin V-1650-3 de 1.450 hp. Este modelo inicial con motor Merlin aún no tenía instalado el gran depósito en el fuselaje trasero de 322 litros, y sólo podía montar dos depósitos exteriores de 284 litros, aparte de estar armado con sólo cuatro ametralladoras Browning M2 de 12,7 mm, una artillería bastante escasa comparada con sus congéneres y más aún con la mayoría de cazas alemanes. Pero al ser más ligero sus prestaciones eran sorprendentes, alcanzando los 710 km/h a 9.145 metros de altura y, lo más importante, con capacidad de llegar hasta ciudades tan lejanas como Halberstadt. A finales de 1943 y comienzos de 1944 su número en servicio era aún escaso, pero se estaba fabricando en enormes cantidades y en modelos mejorados, que llegarían por centenares en la primavera y casi por miles en el verano y los meses siguientes.
Otro aspecto fundamental en la época del cambio de año fue la nueva organización de los mandos. Una vez que el General Dwight D. Eisenhower fue nombrado Comandante en Jefe de todas la Fuerza Expedicionaria Aliada los cambios en los mandos aéreos no se hicieron esperar: en enero de 1944 se creó la USSTAF (US Strategic Air Forces) que tendría bajo un único mando a las dos Fuerzas Aéreas estratégicas del Teatro Europeo, la 8º y la 15ª. El hombre elegido directamente por Eisenhower fue el General Carl A. Spaatz. Esto trajo consigo el cambio en el mando de la más poderosa de las Fuerzas Aéreas implicadas, la 8ª: el General Ira C Eaker, que la había comandado durante el amargo período de 1943, era "destinado" al Teatro del Mediterráneo (una manera "suave" de destitución) y su lugar lo iba a ocupar el Teniente General James H. Doolittle. En en fondo era un cambio bastante lógico, ya que Eisenhower había trabajado con ambos durante los meses anteriores en las invasiones del Norte de África, de Sicilia y de la Península Itálica, y ahora con el control absoluto de las Fuerzas destacadas en Gran Bretaña quería tener a sus hombres de confianza con él.
Ya en los últimos meses de 1943 el General Eaker tenía planeado iniciar una nueva ofensiva de penetración profunda en territorio alemán, pero la falta de disponibilidad de suficientes unidades y un clima pésimo que se extendió durante semanas lo habían frustrado. Y nunca llegó a realizarlo, porque finalmente fue sustituido: el día 27 de diciembre el máximo responsable de las Fuerzas Aéreas de los EEUU, el General Henry Harley "Hap" Arnold le comunicó tanto al Comandante saliente (ahora con destino al Mediterráneo) como al entrante, el General Doollittle, sus intenciones, y les dejó las cosas bastante claras a ambos en el sentido de que, según él, ahora disfrutaban de los medios necesarios para lograr el objetivo principal de la nueva ofensiva: la derrota de la Luftwaffe.
En un mensaje que el propio General Arnold envió a todos sus Comandantes de las distintas fuerzas destacadas en el Teatro Europeo, les comunicó lo siguiente: "es un hecho que tanto Overlord como Anvil serán imposibles de realizar si las fuerzas aéreas alemanas no son destruidas. Por lo tanto, mi mensaje personal para ustedes -se trata de una orden- es el siguiente: destruir esas fuerzas aéreas dondequiera que se encuentren, ya sea en el aire, en tierra o en las fábricas".
Dentro de esta orden, la tarea principal era la de derrotar a la Jagdwaffe, el arma de cazas de la Luftwaffe en lo próximos (y pocos) meses que quedaban hasta la pretendida invasión del continente, o arriesgarse a su cancelación en el período más adecuado para ello, lo que inevitablemente prolongaría la Guerra. Y para ello era necesario atraer a los pilotos de caza alemanes al combate aire-aire y derrotarlos, y se pensó que la mejor manera era atacando precisamente la industria aeronáutica, en especial las fábricas donde se construían las células, los motores y los componentes básicos, como eran los rodamientos y los cojinetes. Si estos objetivos eran atacados sistemáticamente, no sólo reducirían en gran medida la producción total de aparatos, sino que obligarían a los pilotos alemanes a combatir a los bombarderos e intentar derribarlos. Y esa era la trampa: ahora, con los cazas de escolta de gran radio de acción, los bombarderos estarían protegidos durante todo el recorrido, evitando que los caza alemanes esperasen a que se retirasen las escoltas para machacar a los bombarderos, como había sucedido el año anterior en las misiones de Schweinfurt y Ratisbona.
Incluso se iba a ir un paso más allá: el General Doolittle no quería que los cazas estuviesen anclados, como hasta entonces, a las cercanías de las formaciones de bombarderos, ya que pensaba que los limitaba tácticamente. Los cazas volarían por delante de las formaciones y tendrían libertad para hacer barridos de "caza libre", siempre intentando combatir y derribar a los cazas alemanes, ya fuese en el aire a gran altura o en patrullas a baja cota persiguiéndolos durante su ascenso y en las aproximaciones a los aeródromos, o incluso en tierra. Para Doolittle, los bombarderos tendrían un doble papel: destruir las fábricas con una lluvia de bombas y, quizá más importante, servir de cebo para que los pilotos de la Jagdwaffe tuviesen que luchar y caer en combate.
Deseoso de poner en práctica todo su nuevo potencial y de cumplir las órdenes del General Arnold, el día 11 de enero se planteó una primera misión hasta el corazón de la industria alemana. Y eso que las perspectivas no eran buenas, ya que seguía reinando un tiempo pésimo, que aunque también dificultaba la tarea a los cazas alemanes, no les había impedido causar graves bajas a otras incursiones de menos profundidad llevadas a cabo los días 4, 5 y 7 del mismo mes. Sin apenas descanso, el día 11 de enero es para muchos la fecha del reinicio de las operaciones a gran escala estratégicas tras el desastre del año anterior. Ese día despegaron la 1º, 2º y 3º Divisiones de Bombarderos con un total de 525 B-17 y 138 B-24 hasta las zonas industriales de Oschersleben, Halberstadt y Brunswick. La poderosa escolta la componían 11 Grupos de P-47, 2 de P-38 y un solitario Grupo de P-51 (el 354º) con un total estimado de alrededor de 596 aparatos en total. Volando en relevos, 7 Grupos de P-47 acompañarían a las formaciones en el trayecto de ida hasta casi la altura de Hannover, para ser reemplazados por los dos Grupos de P-38 y el único de P-51 hasta los objetivos, mientras que a la vuelta los acompañarían otros 4 grupos de P-47 de refresco desde su alcance máximo. Los alemanes pudieron poner en el aire unos 250 cazas, que unidos a los accidentes por el mal tiempo y a la siempre poderosa flak causaron fuertes bajas: unos 60 bombarderos y cuatro cazas fueron derribados. Unas pérdidas totales semejantes a las desastrosas incursiones del año anterior sobre Schweinfurt, pero con una tasa menor por el número de aparatos implicados. Pero la Luftwaffe también se llevó su parte, con 52 cazas derribados y otros 21 fuertemente dañados.
Durante el resto del mes y los primeros días de febrero se realizaron otras grandes incursiones sobre Frankfurt, Brunswick, Wilhelmshaven y Ludwigshafen, pero siempre con condiciones climáticas muy adversas, en las que gran parte de los atacantes tuvieron que darse la vuelta. Aún así los combates iban en aumento. La oportunidad que buscaba Doolittle para iniciar la gran ofensiva parecía que se iba a llegar cuando los meteorólogos pronosticaron varios días de cielos despejados sobre Alemania a partir del día 19 de febrero. Esta ofensiva llevaba planeada desde noviembre de 1943 y se le había dado el nombre en clave de Operación Argument. El día 14 de febrero se terminaron de definir los objetivos para Argument, que en teoría, sería una operación conjunta con el Bomber Command de la RAF, aunque como era de esperar, convencer al Mariscal del Aire Sir Arthur Harris para que dejase de lado la campaña que estaba realizando en esas fechas (la llamada Batalla de Berlín) no iba a ser fácil. Estos objetivos prioritarios eran: primero, destrucción de la Jagdwaffe y de las industrias de las que dependía, en segundo lugar la destrucción de los objetivos Crossbow , o sea, los emplazamientos detectados de los cohetes V-1 en Francia, y en tercer lugar, el bombardeo de la propia zona de Berlín (punto este imprescindible para convencer a Harris).
La intención era lanzar durante una semana aproximadamente, que era el nicho de buen tiempo pronosticado, todo el potencial de la 8º Fuerza Aérea en misiones diarias mientras la RAF hacía lo propio por la noche. Sería precisamente el Bomber Command quien iniciaría los ataques la noche del 19 de febrero, a la que seguiría el ataque diurno de la 8ª. Los días previos todo el personal se dedicó a poner a punto los aparatos para asegurar la máxima disponibilidad: iba a comenzar "La Gran Semana"
Lo veremos en las siguientes entregas.
Fuentes:
-Enciclopedia Ilustrada de la Aviación, Editorial Delta, Tomo Nº6: "La Campaña de Bombardeo".
-Grandes Épocas de la Aviación, Tomo Nº24: "América y la Aviación Militar (II)", Time-Life/Folio.
-La Segunda Guerra Mundial, Tomo Nº30: "La Guerra Aérea en Europa (II)", Time-Life/Folio.
-Aviones en Combate: Ases y Leyendas. Osprey Aviation/Ediciones del Prado, Tomos Nº3, 8, 35,37 y 41.
-https://www.americanairmuseum.com/
-https://www.ibiblio.org/hyperwar/AAF/III/AAF-III-2.html
-https://www.airforcemag.com/article/1208argument/
Excelente presentación de un episodio tan trascendental como interesante.
ResponderEliminarMuchas gracias Vik!!
EliminarCoincido en ello. Fue la batalla, o conjunto de batallas, que daría la vuelta a la guerra aérea en Europa.
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